PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



lunes, 31 de marzo de 2014

MASTERCHEF


Hola a todos, llevo mucho tiempo sin escribir pero es que estoy un poco vaga últimamente.  Como la última entrada que escribí se la dediqué a las  “tonterías” británicas, especialmente a sus supermercados que tantísimo me gustan hoy he decidido seguir hablando de comida.

No sé si he comentado en alguna ocasión que cuando era pequeña no me decidía entre ser periodista o pastelera/cocinera.  Como tenía tiempo para pensarlo me dedicaba a escribir relatos para el colegio y a levantarme temprano los domingos para ayudar a mi padre a hacer tostadas en la sartén (nada de tostador, tostadas ricas y elaboradas).  Con diez años los Reyes magos me trajeron el Choconova, ese juego de “Mediterraneo” que serbia para hacer bombones y cosas de chocolate y creedme que lo daba un buen uso. También estaba empezando a  hacer mis pinitos con los bizcochos de limón, tartas de chocolate y galleta, tartas de queso, en fin, todo ese tipo de cosillas fáciles y siempre como pinche de mi madre porque aun no me había ganado el rango de chef. Luego entre unas cosas y otras empecé a decantarme más por la escritura y las actividades intelectuales dejando de lado mi faceta culinaria que ha decidido despertar aquí, en el Reino Unido, el país donde todo el mundo dice que se come mal y que uno se pone gordo, algo en lo que yo no estoy para nada de acuerdo.

Todo empezó a los pocos días de estar aquí cuando Liam, uno de mis compañeros de piso me dijo que él veraneaba en Javea (Alicante) cuando era pequeño y que le gustaba mucho la paella. Tras un silencio acompañado de mi sonrisa como respuesta vino la pregunta del millón:

-¿Puedes preparar una “paela”?-

 
Yo le dije que sí, acordándome de su madre porque no había hecho una paella en mi vida y de la mía porque tenía que llamarla para pedirle la receta y que me enviará colorante por correo. En un detallado e-mail mi madre me dijo como hacer la paella y a los pocos días recibía una carta desde España con unos sobrecitos de colorante. Acordé hacer la paella para un martes, Liam me dijo que prefecto pero que seriamos uno más a comer porque venía de visita la hermana de Miriam, otra compi de piso que no había probado nunca la paella. Ese detalle me puso más nerviosa, tenía que dejar el pabellón español bien alto delante del inglés y las alemanas.  

El martes, volviendo de la universidad compré los ingredientes que me faltaban y nada más llegar a casa me puse a preparar todo teniendo como fondo la música de Bastille, mi grupo favorito, que me relaja mucho. Esta mal que yo lo diga pero mi primera paella fue un éxito, reconozco que un poco sosa de sal porque yo no suelo echar sal a las comidas y por tanto calculo muy mal ese aspecto pero por lo demás genial. Mi compañeros me felicitaron, les gustó muchísimo y no quedó ni un solo grano de arroz ya que Liam se encargó personalmente de comerse hasta el último resquicio de paella que quedaba en la cazuela.

A partir de ese día todo cambió, mi espíritu cocinero despertó al ver que se me daba tan bién cocinar y ya van varias veces en las que se ha repetido la paella por no hablar de las lentejas que me preparo los sábados o el pollo asado con patatas de los domingos. Además como tengo que comer todos los días en la universidad me preparó unas ensaladas muy ricas. Estoy descubriendo ingredientes nuevos, algunos de ellos propios de la cocina vegetariana que tienen muchas vitaminas y aportan muchos nutrientes ya que apenas puedo comer carne porque la carne fría no me gusta. De este modo la quinoa, el parsnip (chirivía en español) y los frutos secos se han convertido en ingredientes estrella de todo tipo de ensaladas y platos que me preparo y que reconozco que me encantan.

Por otro lado, ya he adquirido un libro de dulces británicos, unas tazas y cucharas  medidoras para poder hacer recetas americanas (los británicos son mas apañados y ponen las recetas con las medidas en gramos pero los americanos no) y un mezclador de masa ara preparar “Welsh Cakes” (pastelitos galeses) que están super ricos. He echado también el ojo a unos cortadores de galleta en forma de pollos y conejos que seguro me compraré en breve, por no hablar del libro de Marta Stewart sobre tartas y galletas. En fin, todo un mundo que me ha hecho reconciliarme con esa faceta que un día dejé a un lado para dedicarme a esta otra (la periodística) pero que creo que puedo compaginar muy bien.
 
Y de momento eso es todo, preparaos queridos lectores porque a mi vuelta a España vais a tener que seguir leyendo “De Vueltas por ahí”, eso que no falte,  pero mientras hacéis de conejillos de indias de mis dotes reposteras.

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