Una de las cosas que más
nos llama la atención a los españoles de las casa británicas e irlandesas es la
moqueta. Una casa enmoquetada es algo que no entendemos porque las moquetas no
hacen más que almacenar polvo, ácaros y raros olores. Cuando nos preguntan desde
España:
–¿y cómo es tu casa?
La respuesta es siempre
la misma: -pues tiene moqueta, ya sabes…- y arrugamos el morro porque la
moqueta es lo peor.
Pero en Irlanda aprendí
que la moqueta tienen su utilidad que es la de preservar el calor y también
aprendí que se están dando cuenta que aunque mantengan las casas calentitas es
un poco sucia y que lo están empezando a sustituir por parqué que cumple la
misma función y es más higiénico. Ante la pregunta que os está rodando a todos
en la cabeza sobre mi casa de Cardiff la respuesta es: -Tiene moqueta- y
retuerzo el morro cuando lo digo.
A mí personalmente no
me gusta la moqueta pero reconozco que la de mi casa galesa tienen un punto a
su favor y es que es oscura por tanto es muy sufrida y no se nota mucho la
mierda (con perdón). Me alegré mucho al ver el color porque en la casa en la
que estuve viviendo en Irlanda la moqueta en principio era blanca, ya cuando
llegué yo a la casa había una mancha negra presidiendo la entrada en el salón,
ni que decir tiene que tras ocho meses
allí la moqueta blanca ya no lo era. Que coste que no era porque no se
aspiraba, era porque se manchaba demasiado porque poner una moqueta blanca es
algo no se le ocurre a nadie (solo a la casera de Irlanda).
Volviendo a mi actual moqueta
como digo no me molesta mucho, es marrón jaspeado que es algo muy útil porque no se notan las
pisadas, además es un color que al ser tan sufrido parece que da como más calor
y hace contraste con las paredes blancas y con los muebles de madera clarita
por lo que mi habitación presenta unos colores tierra que me relajan y me gustan. Hasta aquí todo bien, incluso podéis pensar
que me gusta mi moqueta pero no es así porque mi moqueta tienen un
inconveniente tan grande que puede más que todas las “ventajas” que intento
sacarla y es que cada vez que paso la aspiradora mi moqueta desprende un
horrible olor a pies, sí, sí, ese olor al castillo flotante de la feria que es
bastante desagradable. A mi favor he de decir que a mí no me huelen los pies y
que el olor de la moqueta ya venía de serie, es algo de lo que me percaté el primer
día cuando di un repaso a la habitación antes de colocar mis cosas. Al
principio pensé que era la aspiradora pero la probé sobre el suelo del baño
(que gracias a Dios no tienen moqueta) y no olía a nada por lo que tuve que
admitir que a pesar de que la moqueta estaba impoluta a saber qué cantidad de
pies y en qué condiciones habían pasado por esa habitación, por tanto tuve que
aceptar que mi moqueta albergaba ese olor que tanta grima me daba desde que de pequeña
subía al castillo flotante de las fiestas de mi pueblo. Por descontado que mis
pies descalzos no tocan esa moqueta y dando gracias tengo que estar que no es
un olor constante es solo un olor que aparece cuando paso la aspiradora por
tanto he decidido dejar a un lado mis escrúpulos y ser un poco descuidada por
unos meses por lo que solo aspiro la habitación una vez a la semana (sin
olvidarme de pulverizar el ambiente con absorbe olores después) porque la
primera lección que aprendí en Cardiff es que las moquetas ajenas es algo que
no conviene mucho remover porque su interior siempre alberga escondida una
sorpresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario