PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



viernes, 30 de noviembre de 2012

POZNAN

El sábado a las nueve ya estábamos despiertas, cuando bajamos a desayunarnos encontramos a Arek en la cocina y nos dijo que su madre había ido a llevar a su abuela a misa y que se pasaría por casa antes de irse a trabajar. Yo me reí porque el día anterior la abuela de Joanna había insistido a la madre en que tenían que estar en la iglesia antes de las 9. Alizia contestó que bueno, que si llegaba un pelín más tarde no pasaba nada pero la abuela Jeanina insistió en que si no la iba a dejar a tiempo que no se molestara en llevarla porque ella tarde a la iglesia no entraba. Al parecer si que habían llegado a tiempo.

 Arek terminó de desayunar antes que nosotras, nos dijo que tenía que marcharse pero que a las 11 volvería para llevarnos a Poznan así que Joanna y yo empezamos a preparar todas las cosas. En esas estábamos cuando Alizia volvió, para saludarnos, tomarse una taza de té y darnos instrucciones-ordenes de la comida que teníamos que llevarnos a Poznan, que como siempre era mucha.

 Sobre las diez y media ya estábamos listas y como sobraba tiempo Joanna me llevó a ver la tienda de ropa de su madre. He de reconocer que me gustó mucho, no es una tienda muy grande pero tiene todo tipo de ropa muy chula. Me compré una bufanda marrón chocolate y Alizia me regaló un bolso negro que es la envidia de mis compañeras de trabajo, todo hay que decirlo.

 A la hora acordada Arek vino a por nosotras y nos pusimos rumbo a Poznan. El viaje duró una media hora y me la pasé callada porque estaba mirando el paisaje que era muy bonito y otoñal:

-Por que no habla Marta, ¿le pasa algo?- preguntó Arek a Joanna en polaco.

 Joanna se giró y me tradujo la pregunta. Yo me reí porque como hablo tanto cuando estoy mucho rato callada la gente piensa que me pasa algo y le explique que me gustaba el paisaje y que estaba pensando. La respuesta no convenció a Arek así que empezó a hablar y preguntar cosas y se acabó mi meditación. Cuando llegamos a Poznan el hermano de Joanna nos dejó en el centro de la ciudad y él se marchó a dejar nuestras cosas en su piso y a ver a Dominika. Vimos unas señoras que se apresuraban a entrar en una iglesia:

-Aquí siempre es así- dijo Joanna, - Las señoras están siempre malas pero cuando están cerca de la iglesia corren que se las pelan y se las olvida lo malas que están-. Me reí porque en España pasa lo mismo aunque creo que la prisa es aun más acentuada cuando van al médico.

Lo primero que hicimos fue ir a cambiar dinero porque Polonia si bien pertenece a la Unión Europea todavía no está dentro de la Unión Monetaria y sigue conservando su zloty. Advertí a Joanna que me tenía que ayudar con esa moneda tan nueva y desconocida para mí porque si no podrían timarme fácilmente. Una vez tuvimos el dinero apropiado en nuestras manos nos dirigimos a gastárnoslo y dar una vuelta por la ciudad, lo digo en ese orden porque casi fue eso lo que hicimos. Joanna quería unas botas, pero de cuero de verdad así que íbamos entrando en todas las zapaterías que veíamos en nuestro trayecto hacia la plaza principal. De camino también nos topamos con la tienda de pulseras Lilou…ese era mi turno. Llevo queriendo un pulsera Lilou desde que conocí a Joanna y se las vi, por lo visto son lo más “ in” en Polonia y tienen también tienda en París. Joanna dice que todas las polacas tienen una y doy fe porque en todas las tiendas que entramos las dependienta las llevaban, supongo que en España empezara a llevarse cuando se las ponga Sara Carbonero así que dejo constancia escrita de que yo las lleve primero. La tienda estaba llena de gente que quería su pulsera así que aproveché para ir eligiendo como sería la mía: cordón beige con una estrella de plata. Quería grabar una palabra en polaco pero la que me gustaba no cabía porque era muy larga así que puse mi nombre. Nos dijeron que tardarían un par de horas así que nos fuimos a ver la ciudad.

 La plaza de Poznan es muy bonita, tiene casitas de colores, un también colorido ayuntamiento y los edificios son de estilo centro europeo, la verdad es que me gustó mucho. Después de callejear por los alrededores de la plaza y hacer las fotos de rigor fuimos a un restaurante que Joanna conocía a comer los típicos Pierogi. Los pierogi son una masa como de hojaldre rellena de carne o de vegetales, los hay de muchos sabores y se pueden comer al horno como si fueran empanadillas pero horneadas en vez de fritas o cocidas como si fueran macarrones. Joanna me dijo que están buenos de las dos formas pero nos decantamos por su versión horneada. Pedimos seis, tres de carne y tres vegetales, cada uno con un relleno diferente, eso sí, todos riquísimos, creo que el que más me gusto era uno relleno de salami. Ya con la barriga llena continuamos con nuestro paseo por Poznan y en la búsqueda de los zapatos de Joanna, de repente llegamos a una calle muy bulliciosa, un estilo la calle Preciados de Madrid. Había mucha gente tocando y pidiendo dinero a cambio, de repente uno de estos músicos callejeros se acercó a nosotras sonriendo y extendiendo la mano:

 -No hablo polaco- dijo Joanna en inglés.
 
A mí me dio mucha risa la respuesta que dicho sea de paso era bastante creíble porque Joanna no tiene cara de polaca, es más, en las tiendas en las que entrabamos en principio nos hablaban en inglés hasta que ella decía que era polaca y ya todo se volvía incomprensible para mí.  El chico sonrió y nos dejó pasar, la operación se repitió un par de veces. Una vez en el centro comercial Joanna encontró por fin unas botas que la gustaron, andorreamos por las tiendas y Joanna me explicó que en Polonia la gente se pasa la vida en los centros comerciales que esa es su diversión, ir y mirar. De nuevo volvió a salir Dominika a relucir porque por lo visto no la gusta salir sino pasarse la vida en los supermercados y centros comerciales mirando para cuando lleguen las rebajas porque en Polonia la ropa es cara.

 Cuando salimos era de noche, aun así fuimos a recoger mi pulsera y a ver la catedral. Después pasamos por un puente con luces violetas que nos llevó a una Poznan más humilde, fue en esa zona donde decidimos coger el tranvía para volver a casa de Arek. Mientras esperábamos una señora llegó nos miró y dirigiéndose a mí me preguntó algo, obviamente tuvo que contesatr Joanna porque yo no sabía ni lo que me estaba preguntando:

 -Tengo más cara de polaca que tú, parece ser- dije riéndome porque no era la primera vez en ese día que los polacos se dirigían a mí a la hora de preguntar por alguna calle.

-Yo creo que te ven exótica y guapa por tus ojos oscuros y por eso te preguntan- me dijo Joanna riendo. Yo me alegre de escuchar esa respuesta, todo hay que decirlo.
 

 Antes de llegar a casa de Arek tuvimos que pasar por casa de Dominika para  recoger las llaves, yo quería que ella estuviera para verla mejor pero nos abrió su madre y nos dijo que se habían ido al centro comercial (Joanna me miró con cara de “lo sabía”), cogimos las llaves, pasamos por el super para comprar cerveza para mí y vino para Joanna y fuimos a casa. Me llamó mucho la atención lo limpio y recogido que tenía Arek el piso, me apuesto el cuello a que estuvo limpiando para que lo encontrásemos en condiciones al llegar pero aun así. Se lo comenté a Joanna y me dijo que sí y que plancha muy bien también mejor que ella. Le dije que su hermano era un buen partido porque limpia y plancha y ella dijo que sí que su deseo era que su hermano se enamorara de mí, dejara a Dominika y se viniera conmigo, así nosotras seriamos cuñadas… la idea me gustó no voy a decir que no.

 Un rato después preparamos algo de comer, pusimos música, nos arreglamos y nos dispusimos a hacer nuestro botellón particular con música del ordenador y  la cerveza y el vino que compramos. Me gustó la cerveza polaca, el sabor es más parecido a la española y se bebe bien, en esas estábamos cuando apareció Arek que decidió unirse a nuestra fiesta. Mientras Joanna se secaba el pelo me ofreció una cerveza que negué amablemente y Arek me preguntó que por qué siempre que me ofrecía algo de beber le decía que no…así que acepté. Joanna me explico que para ellos que dos personas beban juntas es señal de que son amigos y que como caía bien a su hermano, quería beber conmigo para formalizar la amistad. Arek también nos informo de los locales donde había fiesta esa noche, aunque también confesó que como a Dominika no le gusta salir y el tiene clase los fines de semana no está muy puesto en la vida nocturna de Poznan. Aun así nos quedamos con los nombres de los locales que nos dijo y nos marchamos.

 Cuando llegamos al primer local nos sorprendió ver en la entrada a tanta muchachada, aun así entramos pensando que en el interior mejoraría el percal, nos equivocamos. Joanna y yo subíamos la media del pub donde jóvenes aun en la edad del pavo bailoteaban y ligaban como locos. Sin dar crédito a las técnicas de las nuevas generaciones nos dirigimos a la barra a por una “drinka”: dos vodkas con sprite que nos ayudaran a digerir que o los jóvenes salen cada vez antes o nosotras estamos viejas para esos trotes. De repente Joanna se giró con cara de quererse reír y no poder:

-ID (DNI)- me dijo Joanna.
-¿Qué me estas contando?- contesté en español, -pero si probablemente seamos un par más mayores que la mima camarera.
- Lo sé-.

Riéndonos dimos nuestro DNI, yo estaba muy orgullosa de no aparentar los años que tenemos porque eso quiere decir que nos conservamos bien. De todos modos éramos muy mayores para ese ambiente y decidimos cambiar de pub. Entramos en otro, Joanna me dijo que Ewa, una amiga suya que conozco porque ha venido a Bruselas iba allí. Cuando entramos otra gran sorpresa…estaba lleno de gente demasiado  mayor:

 -Lo mejor de cada casa-, dije a Joanna.
 -Oh Dio- exclamó en italiano. -Todos son calvos-.

Volvimos a reír de lo absurdo de la situación y decidimos tomar otra “drinka”; al menos la música era buena. Vimos a una madurita bailoteando como si estuviera en un local de striptease para captar la atención del personal, maduros desesperados que ya no sabían que hacer para ligar…un circo. Yo no podía parar de reír con la situación:

-Matemos a tu hermano nada más llegar- propuse a Joanna entre risas.
-Quien nos manda hacerle caso, él solo entiende de supermercados y centros comerciales, Dominika es muy aburrida y no sale por la noche-, añadió Joanna. 

 Cuando terminamos nuestra “drinka” huimos del pub como alma que lleva el diablo y nos dirigimos a la plaza en busca de otro bar. Dicen que a la tercera va la vencida y podemos decir que así fue, aun así preferimos la noche belga. Cuando nos cansamos cogimos el autobús de vuelta a casa, seguimos riéndonos de todos los personajes que nos habíamos encontrado en los bares y Joanna llegó a la conclusión de que Polonia no es sitio para ella porque la gente “normal” de nuestra edad ya está casada o con hijos o novios y solo salen los raros. Esta vez tuve que darle la razón, aunque aun así lo habíamos pasado muy bien que era el objetivo. Entramos a casa sin hacer ruido (eso creíamos nosotras) para no despertar a Arek pero no lo conseguimos, eso sí   decidimos dejar la paliza que le queríamos dar para otra ocasión, el día había sido largo, aun teníamos cosas que hacer en Poznan al día siguiente y había que descansar.

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