Cuando en verano Joanna me invitó a pasar el puente de los Santos en
Polonia no me lo pensé dos veces, nunca había estado en ese país, ni siquiera
se me había pasado por la cabeza visitarlo y vi en la invitación de mi amiga
una oportunidad estupenda.
Joanna vive en un pueblecito llamado Nekla cerca de Poznan, una ciudad
universitaria situada al oeste de Polonia a unos doscientos y pico kilómetros
de Berlín (sí, ya sé que es la capital de Alemania, pero así nos situamos
mejor). Como Ryanair no tiene vuelos directos a Poznan desde Bruselas, tuvimos
que volar a Wrocklaw, otra ciudad situada a unos ciento y pico kilómetros de
Nekla. En el avión no paramos de hablar y planear que íbamos a hacer en esos
cuatro días, yo estaba un poco nerviosa porque iba a estar en casa de Joanna y
su familia no habla inglés, solo su hermano. Cuando ella estuvo en mi casa fue
fácil porque entiende bastante español pero en este caso yo iba a depender
cuatro días de sus traducciones.
-Arek ve a coger el agua- y Arek iba sin rechistar. –Estoy pensando que
vamos a coger también zumo de zanahoria y plátano para que Marta lo pruebe- y
Arek iba a por ello y no decía nada.
-No conocía esa faceta tuya tan mandona- Le dije cuando Arek se fue a por
el zumo.
-No soy mandona- me contestó riendo y poniendo aun más cara de buena, -aquí
es así, nosotras pedimos y ellos hacen para tenernos contentas, se supone que
los hombres tiene que cuidar a las mujeres lo que no puede ser es lo que hacéis
vosotros que parece que son las mujeres las que les tenemos que cuidar a ellos,
me costó acostumbrarme a vuestra forma de ser. Veras como aquí es todo el rato
así- me dijo sonriendo malignamente.
Me reí por la manera en que me lo contó pero tenía muchísima razón.
-Kurwa (curva)- oí que decía Arek alargando mucho la r y empecé a reír
porque sabía que eso era una palabrota.
-No, no Arek, no la enseñes eso-, replico Joanna, el chico se rió y dijo
que eso lo tenía que aprender también, así que apuntaba una palabra nueva a mi
lista. La siguiente fue “Je Pierdole” y una tercera, esta mucho más suave
“Cholera” y que suena como “jolera” que es lo que dice Joanna cuando se enfada
pero que es muy Light porque creo que viene de cólera, la enfermedad.
Obviamente y como pasa siempre con esas palabras no tuve tanto problema como
con la otras. Joanna me advirtió que su madre solía decir muchas palabras feas
y que iba a oír unas cuantas variantes de Pierdole.
Con el estómago lleno, el calor del coche y el sonido de fondo de una radio
en lengua extraña más la conversación de los hermanos que mezclaban polaco con
inglés no tarde nada en quedarme dormida.
Más o menos una hora duró mi siesta, cuando me desperté estábamos llegando
a Poznan. Como aun quedaba un poco de camino probé el pastel que había hecho la
abuela de Joanna que estaba muy, muy bueno. No podéis imaginar lo que me gustan
los dulces polacos, ya los había probado en casa de Joanna y me gustan porque
no son tan dulces como los nuestros y son casi todos hechos en casa por lo que
ni colorantes, ni conservantes ni nada de nada.
En Poznan nos paramos un momento en
casa de la novia del hermano de Joanna, la para mí ya famosa Dominika, no la
conozco pero Joanna me cuenta tantas historias de ella que era como si la
conociera. Me esperaba algo más espectacular, por lo visto Dominika ha sido
segunda en algo de mises, se hace sesiones de fotos y según tengo entendido
está encantada de conocerse. Yo la vi con el chándal de estar por casa y me
pareció una chica normal y corriente, su novio está veinte mil veces mejor. Media hora larga después estábamos en Nekla, tras cuatro horas de viaje por
los atascos y las oscuras carreteras polacas iba a poder dar por inaugurado el
show, hasta el momento todo había sido fácil porque en inglés nos habíamos
entendido pero ahora…ahora empezaba lo bueno.
-Tienes los ojos muy oscuros-, dijo poniendo cara de admiración. Era algo
que esperaba porque siempre que voy a países donde la mayoría tiene los ojos
claros los míos les llaman mucho la atención, en Irlanda también me pasaba. Yo
sonreí porque no sabía que decirle.
Terminamos de cenar y bebimos un té (los polacos beben té a todas horas),
la madre de Joanna la llamó, a Arek no estaba porque no había querido té y me
quedé sola con la abuela Jeanina que no paraba de hablarme y yo sin entender,
sonriendo y pasando muchos apuros porque yo quería hablar con la mujer. Arek
apareció riendo por la puerta y me dijo que su abuela tenía mucho peligro
porque la gustaba mucho hablar. En seguida vinieron Joanna y su madre también
riendo:
-No te entiende- dijo Alizia a la abuela.
Inmediatamente me empezó a repetir lo que me había dicho pero mucho más
despacio, la faltó darme las voces que damos los españoles a los extranjeros
porque creemos q si gritamos nos van a entender mejor. Yo me empecé a reír.
-Me refiero a que no habla polaco- corrigió Alizia.
-Me da lo mismo- dijo la abuela mirándome, -me caes bien y voy a hablar
contigo igualmente- dijo sin dejar de mirarme simpaticamente. Me reí, no había
nada más que decir.
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