A la mañana siguiente
me levanté tarde para mis costumbres. Joanna había dicho a su madre que yo me despertaba
pronto, así que le dio instrucciones sobre lo que suelo desayunar. Pero para
sorpresa de todos (yo la primera) me desperté a las 10 por lo que fui a la
habitación de Joanna imaginando que ya estaría despierta para así bajar con ella. Cuando llegamos a la cocina
su madre me dijo que me esperaba antes, yo me reí y dije que estaba muy cansada
y necesitaba dormir (era cierto). En seguida llegó a la cocina la abuela de
Joanna, yo era todo un espectáculo para ella, además decía que la gustaba
hablar conmigo, también apareció Arek para desayunar con nosotras. Los polacos
se extrañaron de que desayunara dulce, ellos toman pan, diferentes tipo de
jamón cocido, quesos, mantequilla, salchichas…cosas saladas. Yo opté por
tostadas con mantequilla y mermelada preparada por la madre de Joanna. Me
sorprendió que las mermeladas no son tan dulces como las nuestras, eso sí,
están muy buenas. También me introduje en el mundo del Earl Grey Tea (una
variedad de té negro) y he de reconocer que he vuelto siendo un poco adicta y
todos los días me tomo uno. Como podéis imaginar el espectáculo seguía con todo
el mundo hablándome polaco y yo mirando a Joanna y Arek esperando una
traducción y sin parar de sonreír lo que me hacía sentirme un poco tonta.
-Echaron a los polacos
de aquí y los mandaron al este porque estas tierras son mejores y aquí se
quedaban ellos-. Explicó Joanna. Yo asentía.
- Después vamos a ir a
la granja de mi tío para visitarles, echaron a mi familia y ahí vivieron los
alemanes y luego los rusos-, siguió Joanna.
La misa empezó pero no
se oía bien, de todos modos a mí me daba lo mismo que se oyera o no porque no
entendía nada. Después de la paz la madre de Joanna dijo que se marchaba que tenía que poner las
patatas y no se podía esperar porque si no íbamos a comer muy tarde. Nosotras
nos reímos mucho porque su madre es así, hace lo que quiere y cuando quiere,
nos quedamos con la abuela, los tíos y los niños que no habían parado de
juguetear y portarse un poco mal en todo el rato. He de reconocer que este
comportamiento me alegró un poco porque en Bruselas los niños parecen viejos y
no se portan mal en los sitios, parece que les cuesta reír y jugar, echaba de
menos ver niños de verdad.
Cuando llegamos a casa
de Joanna la comida estaba preparada, así que ayudamos a su madre a poner todas
las cosas en la mesa, había mucha comida y yo me asusté al ver todo eso, Joanna
me dijo que no había que comérselo todo pero que en Polonia es así, que hay que
tener muchas cosas aunque luego no te las comas, que lo importante es que las
haya. Había sopa de primero, dos tipos de ensaladas, tres tipos de carne,
patatas asadas con una salsa, repollo con otro tipo de salsa y zumo de cereza y
otro de peras hechos por la madre de Joanna con las frutas de su jardín. Todo
muy natural y muy bueno, las cosas hay que decirlas. Durante la comida no
paramos de hablar, todo el mundo me preguntaba cosas, Joanna traducía y yo
respondía. La abuela de Joanna seguía intentando comunicarse directamente
conmigo usando la voz y los gestos, me hacía gracia ver como no se daba por
vencida, fue una comida de lo más entretenida. El primo pequeño de Joanna me
miraba con recelo, al principio le costó mucho darme los tres besos de rigor,
pero poco a poco empezó a coger confianza:
-
¿No
es polaca?- preguntó a su padre, -habla en idioma raro-.
-
No,
contestó el padre, es española, del país del Futbol Club Barcelona.-
Me
hizo gracia esa explicación y más como estamos ahora con las independencias y
las tonterías. Con esa explicación el niño mayor sonrió porque le gusta mucho
el Barca y el pequeño llegó a la conclusión de que no hablaba polaco y no
entendía polaco…me había convertido en la víctima perfecta de sus trastadas.
-Ya te he dicho que a
veces es un poco tonta-.
Yo me reí como
respuesta y la dije a Joanna que la dijera que sí, que yo hablo muchísimo y que
me tenía que oír en español que hablo el doble.
Tras bebernos el café y
comer los pasteles Joanna y yo fuimos a la granja a ver sus otros tíos, los de
parte de su padre.
-Prepárate, más
pasteles. Además aquí estará otra tía mía que es peor que ésta. Nos mirará de
arriba abajo y nos dirá o que estamos gordas o que estamos delgadas…no sé que
tocará está vez. La gusta mucho cotillear- dijo Joanna sonriendo.
Al llegar a la granja
nos abrió la puerta una señora de aspecto muy saludable, era rubia y regordeta
con unos mofletes colorados muy graciosos, me recordaba a los personajes de los
cuentos. Era la tía de Joanna pero la tía agradable, la granja era suya y de su
marido y tenían tres hijos: un chico al que vi solo de refilón, Marta y el
pequeño Pawel, al que le dio mucha vergüenza de mí, me saludo en inglés y
desapareció. Primero pasamos a la habitación de las mujeres, saludamos a Marta
(prima) y a la tía cotilla y fuimos a la habitación donde estaban los hombres
bebiendo vodka y viendo la tele. Me hizo gracia que el padre de Joanna
estuviera dormido, a Arek le cambió la cara cuando nos vio, el pobre debía
estar muy aburrido y es que en Polonia, los días familiares son como intocables,
la gente joven está con la familia y si se aburren se aguantan. Tras saludar
fuimos a sentarnos con las mujeres y a comer pasteles. Yo está vez quise agua
porque tenía el estomago como un bochinche de tanto comer y beber, también
probé un pequeño pastel de queso que Joanna me recomendó. Agradecía a su tía
todo pero le dije que yo no estaba acostumbrada a comer tantísimo. Tía cotilla
nos dijo que teníamos que comer porque estábamos muy delgadas, me preguntó
cosas a través de Joanna y me dijo que me parecía a Sarah, una amiga egipcia de
Joanna pero con menos pelo, (Sara lo tiene negro, rizado y muy, muy abundante,
lo contrario que yo). Joanna me dijo que no, que lo decía porque las dos
teníamos los ojos oscuros pero que no me parezco y es cierto… Joanna traducía
todo lo que decían, empezaron a criticar a la gente que había llevado ropa
naranja o de colores fuertes al cementerio, después hablaron de cortinas.
Joanna estuvo callada unos cinco minutos, bebiendo té y sin traducir, callada y
mirándome de reojo, de repente me dijo:
-No traduzco porque aun
siguen hablando de las ventanas y las cortinas y no es interesante-.
Me dio la risa, pero
pude aguantarme, decidimos marcharnos y dejarlas con la discusión sobre la
ventana. Joanna fue a despedirse de los hombres y yo me quedé con las dos tías
que empezaron a hablarme como locas y yo sin entender, menos mal que Arek apareció por la puerta riéndose:
-Vengo a ayudarte- me
dijo. Se lo agradecí enormemente.
Ya en el coche Joanna y
yo no paramos de reír y comentar los momentos y los comentarios de Joanna.
Dejamos el coche y fuimos al cementerio con la madre y la abuela, necesitábamos
andar para bajar todo lo que habíamos comido. Era ya noche cerrada pese a que
solo eran las 6 de la tarde pero las velas iluminaban todas las lápidas y
aunque suene macabro era muy bonito, no parecía un cementerio. Volvimos a casa
y Joanna preparó un par de tés para asentar el estomago, de repente llegaron
Arek y el padre de Joanna, ellos también habían terminado la jornada familiar:
-Vamos, ¿qué hacéis las
dos bebiendo té?- dijo el padre de Joanna. Después se dirigió a mí , -Marta
¿drinka?- (que significa: ¿quieres beber algo?, ese algo suele ser bebida
espirituosa).
Miré a Joanna y Joanna
asintió, me dijo que tenía que probar los cócteles que preparaba su padre.
Marek muy contento puso vodka, Martini Blanco y Sprite en unos vasos, luego
exprimió un limón sobre la bebida. Estaba muy bueno y no se apreciaba el sabor
a alcohol. Les hizo gracia que yo pensara que la bebida se llamaba drinka,
porque drinka era la pregunta entera que he explicado antes, de todos modos yo
ya he bautizado ese coctel como drinka. Fuimos al salón a ver la tele con
nuestros “drinkas”, Arek empezó a hablar conmigo, me dijo que su primo el
pequeño Pawel le había dicho que me dijera que no me había hablado porque le
daba vergüenza hacerlo en inglés. También me dijo que su tía Agnieszka había
querido saber los años que tenía pero que la daba vergüenza preguntármelo y que
había mandado a su hijo de diez años que lo hiciera en inglés y el niño había
dicho que no. La madre de Joanna dijo que esa mujer siempre estaba hablando y
preguntando tonterías, eso sí, metió un par de Pierdoles y curvas por medio, lo
único que entendí. Todos reímos. Arek me ofreció otra drinka, (en Polonia es
costumbre que los chicos sirvan la bebida a las chicas y cuiden de que sus
vasos no estén nunca vacíos, a no ser que ellas no quieran más) pero me negué prometiéndole
tomar un drinka con él al día siguiente porque entre todo lo que había comido,
el té y la drinka que me acababa de terminar tenía mucho sueño, así que Joanna
y yo decidimos ir a dormir, el día había sido largo y aun nos quedaba mucho por
delante.
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