PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



domingo, 9 de diciembre de 2012

VUELTA A NEKLA


Por la mañana nos levantamos temprano, Arek nos había despertado a las seis para despedirse de nosotras porque se tenía que ir a clase. Volvimos a dormir y nos levantamos sobre las nueve y pico, desayunamos y nos marchamos a ver la universidad de Poznan. Es un edificio antiguo y muy bonito, además brillaba el sol por lo que se hacía más llevadero estar en la calle. A pesar de que Joanna ya tenía sus botas me hizo entrar a más zapaterías porque quería mirar más. De nada sirvió que le dijera que me parecía una tontería porque ya tenía las suyas, pero bueno.

El día de San Martín estaba cerca y concretamente en Poznan se celebra mucho, hacen unos bollitos especiales llamados Rogale  Świetomarcinskie que es un bollo con forma de croissant relleno de una crema de nueces (creo). Estaba muy, muy bueno y Joanna se cuidó mucho de que los probara de la mejor pastelería de Poznan. Compré unas postales para mandárselas a mis padres y a mi hermano (tengo la costumbre de enviarles postales de los países que visito) y anduvimos a la parada del tranvía para bajar el pastel.

Cuando llevábamos un par de paradas de tranvía se subió un chico guapísimo, alto, rubio y bien vestido, llevaba como una bolsa de deporte. Joanna y yo que estábamos en una animada conversación nos callamos unos segundos al paso del chico y nos miramos con cara de aprobación:

-¡Qué guapo!-exclamó Joanna en español y a grito pelado en el tranvía. (Habíamos acordado que nuestro idioma para hablar de la gente que teníamos delante o cerca sería el español para evitar que nos entendieran).

De repente el chico se dio la vuelta y nos miró.

-¿Entiende?-preguntó Joanna de nuevo en español más roja que un tomate.

Yo no podía parar de reír. Le expliqué que no creía que la hubiera entendido que simplemente se habría girado porque escuchó un idioma raro. No sé si fue así o no pero nosotras continuamos hablando de lo guapo que era ese chico en español, lo mismo nos dio que nos entendiera o que no. Cuando nos bajamos él también lo hizo y tomó nuestra misma dirección. Joanna sonrió y me dijo que a lo mejor era el nuevo compañero de piso de su hermano porque ella no le conocía y no sabía quién era y que a lo mejor nos encontrábamos con él en la casa y podíamos hablar…en fin, una buena historia que se inventó, como el cuento de la lechera. Pero se nos rompió el cántaro cuando le vimos detenerse en una parada de autobús, nos reímos y continuamos nuestro camino. Entramos a comprar agua a un supermercado llamado “Chata Polska”, me hizo mucha gracia el nombre, que por cierto es una cadena muy famosa en Polonia, y digo que me hacía gracia porque siempre que lo veía me acordaba de Ana La Chata, una compañera de colegio, de hecho hice una foto y se la envíe vía facebook para decirla lo presente que la había tenido durante todo el viaje. Después llegamos al piso, cogimos nuestras maletas y fuimos a la estación a coger el tren rumbo a Nekla.

Joanna me había hablado de la aventura de los trenes polacos, pero yo que he viajado en tren en Túnez no me asusto ya con nada, además también aquí en Bruselas hay una tiradita de trenes que un poco más y van  a vapor, así que no me pareció tan horrible. Media hora después estábamos en Nekla y el padre de Joanna nos esperaba impaciente porque estaba viendo el tenis. A toda prisa realizó el recorrido que separaba la estación de la casa:

-Es que estoy viendo el tenis y el partido está muy interesante- nos dijo sonriendo.

Cuando llegamos a casa la madre de Joanna nos esperaba hirviendo agua para preparar el té, le contamos nuestra aventura nocturna y nos dijo que a Arek solo había que hacerle caso cuando se hablara de supermercados y centros comerciales pero nunca de pubs porque con Dominika nunca iba a ningún sitio. Joanna incluso me conto que una vez Dominika tardó tanto en arreglarse que cuando terminó dijo que estaba cansada y que no quería salir entonces Joanna se enfadó con ella porque habían estado esperándola dos horas para nada. Yo me reí mucho y me dio mucha rabia no haber podido conocer mejor a Dominika, es un asunto que tengo pendiente para la próxima vez.

Habíamos decidido que ese día haríamos merienda cena porque en realidad no habíamos comido más que el desayuno y el bollo de San Martín que llenaba un montón así que mientras hacíamos tiempo fuimos a una tiendecita donde venden de todo a que yo me comprara unos caramelos que están super, super ricos y Joanna a hacer unos recados a su madre. Los dulces polacos me encantan, así que no solo compré caramelos sino también una bolsa de galletas que están buenísimas. De camino a casa paramos en un lago que hay cerca de la casa de Joanna para tirar fotos porque las luces eran muy bonitas, hacía frío, estaba atardeciendo y el ambiente empezaba a oler al humo de las chimeneas. Ese olor me recordó a cuando era pequeña e iba al pueblo de mi padre, porque por las tardes en invierno olía igual.

Comimos arroz con pollo todo ello regado con crema de cebolla, estaba muy bueno porque la crema apenas sabe. Los padres de Joanna tenían una cena así que se marcharon pronto y nosotras zanganeamos viendo una telenovela polaca que Joanna me iba explicando hasta que llegaron Paulina (una amiga de Joanna) y su novio que nos llevaron a un pueblo cercano a tomar algo.  

Joanna me había advertido de que Paulina era una chica muy maja pero que se quejaba por todo y nada le hacía feliz. Se estaba quejando porque está estudiando el doctorado y tiene una beca con la universidad por lo que trabaja para ellos, vamos lo que me gustaría hacer a mí, pero dice que no tiene posibilidades de ser profesora en la universidad pública, al menos de momento. A mí me pareció injusto que se quejara por tener la suerte que tenía así que le dije que no se quejara que ya me gustaría a mí y que si no podía trabajar en la universidad pública una vez que se doctorase que lo hiciera en la privada mientras esperaba a que los profesores de la publica se jubilaran que alguna vez digo yo que lo tendrán que hacer. Paulina no había pensado en esa opción y le estuve explicando, su cara de amargamiento se fue alegrando un poco, algo que me agradecieron mucho su pobre novio, al que tiene que tener frito con tanta pena y Joanna. Una vez terminamos nuestros zumos y con una más animada Paulina volvimos a casa.  Los padres de Joanna no tardaron mucho en llegar, estuvimos hablando un rato con su madre que me pidió que buscará un novio español para Joanna y me preguntó que si me gustaba Arek porque me quería de nuera. Yo la dije que sí pero que a ver qué hacíamos con Dominika, y ella me dijo que algo se nos ocurriría. Nos reímos bastante.

A la mañana siguiente nos levantamos temprano y tras el desayuno preparamos la maleta. Tardamos menos en llegar al aeropuerto que el día que llegamos porque había menos tráfico. Vinieron luego las despedidas y una invitación por parte de los padres de Joanna para volver. Asentí encantadísima pues me llevaba un buen recuerdo, en mis manos tenía el ramo de flores de Arek y la maleta llena de dulces y salchichas polacas que la familia de Joanna me había regalado. Habían sido una vacaciones estupendas que espero repetir muy pronto.

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