PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



viernes, 30 de noviembre de 2012

POZNAN

El sábado a las nueve ya estábamos despiertas, cuando bajamos a desayunarnos encontramos a Arek en la cocina y nos dijo que su madre había ido a llevar a su abuela a misa y que se pasaría por casa antes de irse a trabajar. Yo me reí porque el día anterior la abuela de Joanna había insistido a la madre en que tenían que estar en la iglesia antes de las 9. Alizia contestó que bueno, que si llegaba un pelín más tarde no pasaba nada pero la abuela Jeanina insistió en que si no la iba a dejar a tiempo que no se molestara en llevarla porque ella tarde a la iglesia no entraba. Al parecer si que habían llegado a tiempo.

 Arek terminó de desayunar antes que nosotras, nos dijo que tenía que marcharse pero que a las 11 volvería para llevarnos a Poznan así que Joanna y yo empezamos a preparar todas las cosas. En esas estábamos cuando Alizia volvió, para saludarnos, tomarse una taza de té y darnos instrucciones-ordenes de la comida que teníamos que llevarnos a Poznan, que como siempre era mucha.

 Sobre las diez y media ya estábamos listas y como sobraba tiempo Joanna me llevó a ver la tienda de ropa de su madre. He de reconocer que me gustó mucho, no es una tienda muy grande pero tiene todo tipo de ropa muy chula. Me compré una bufanda marrón chocolate y Alizia me regaló un bolso negro que es la envidia de mis compañeras de trabajo, todo hay que decirlo.

 A la hora acordada Arek vino a por nosotras y nos pusimos rumbo a Poznan. El viaje duró una media hora y me la pasé callada porque estaba mirando el paisaje que era muy bonito y otoñal:

-Por que no habla Marta, ¿le pasa algo?- preguntó Arek a Joanna en polaco.

 Joanna se giró y me tradujo la pregunta. Yo me reí porque como hablo tanto cuando estoy mucho rato callada la gente piensa que me pasa algo y le explique que me gustaba el paisaje y que estaba pensando. La respuesta no convenció a Arek así que empezó a hablar y preguntar cosas y se acabó mi meditación. Cuando llegamos a Poznan el hermano de Joanna nos dejó en el centro de la ciudad y él se marchó a dejar nuestras cosas en su piso y a ver a Dominika. Vimos unas señoras que se apresuraban a entrar en una iglesia:

-Aquí siempre es así- dijo Joanna, - Las señoras están siempre malas pero cuando están cerca de la iglesia corren que se las pelan y se las olvida lo malas que están-. Me reí porque en España pasa lo mismo aunque creo que la prisa es aun más acentuada cuando van al médico.

Lo primero que hicimos fue ir a cambiar dinero porque Polonia si bien pertenece a la Unión Europea todavía no está dentro de la Unión Monetaria y sigue conservando su zloty. Advertí a Joanna que me tenía que ayudar con esa moneda tan nueva y desconocida para mí porque si no podrían timarme fácilmente. Una vez tuvimos el dinero apropiado en nuestras manos nos dirigimos a gastárnoslo y dar una vuelta por la ciudad, lo digo en ese orden porque casi fue eso lo que hicimos. Joanna quería unas botas, pero de cuero de verdad así que íbamos entrando en todas las zapaterías que veíamos en nuestro trayecto hacia la plaza principal. De camino también nos topamos con la tienda de pulseras Lilou…ese era mi turno. Llevo queriendo un pulsera Lilou desde que conocí a Joanna y se las vi, por lo visto son lo más “ in” en Polonia y tienen también tienda en París. Joanna dice que todas las polacas tienen una y doy fe porque en todas las tiendas que entramos las dependienta las llevaban, supongo que en España empezara a llevarse cuando se las ponga Sara Carbonero así que dejo constancia escrita de que yo las lleve primero. La tienda estaba llena de gente que quería su pulsera así que aproveché para ir eligiendo como sería la mía: cordón beige con una estrella de plata. Quería grabar una palabra en polaco pero la que me gustaba no cabía porque era muy larga así que puse mi nombre. Nos dijeron que tardarían un par de horas así que nos fuimos a ver la ciudad.

 La plaza de Poznan es muy bonita, tiene casitas de colores, un también colorido ayuntamiento y los edificios son de estilo centro europeo, la verdad es que me gustó mucho. Después de callejear por los alrededores de la plaza y hacer las fotos de rigor fuimos a un restaurante que Joanna conocía a comer los típicos Pierogi. Los pierogi son una masa como de hojaldre rellena de carne o de vegetales, los hay de muchos sabores y se pueden comer al horno como si fueran empanadillas pero horneadas en vez de fritas o cocidas como si fueran macarrones. Joanna me dijo que están buenos de las dos formas pero nos decantamos por su versión horneada. Pedimos seis, tres de carne y tres vegetales, cada uno con un relleno diferente, eso sí, todos riquísimos, creo que el que más me gusto era uno relleno de salami. Ya con la barriga llena continuamos con nuestro paseo por Poznan y en la búsqueda de los zapatos de Joanna, de repente llegamos a una calle muy bulliciosa, un estilo la calle Preciados de Madrid. Había mucha gente tocando y pidiendo dinero a cambio, de repente uno de estos músicos callejeros se acercó a nosotras sonriendo y extendiendo la mano:

 -No hablo polaco- dijo Joanna en inglés.
 
A mí me dio mucha risa la respuesta que dicho sea de paso era bastante creíble porque Joanna no tiene cara de polaca, es más, en las tiendas en las que entrabamos en principio nos hablaban en inglés hasta que ella decía que era polaca y ya todo se volvía incomprensible para mí.  El chico sonrió y nos dejó pasar, la operación se repitió un par de veces. Una vez en el centro comercial Joanna encontró por fin unas botas que la gustaron, andorreamos por las tiendas y Joanna me explicó que en Polonia la gente se pasa la vida en los centros comerciales que esa es su diversión, ir y mirar. De nuevo volvió a salir Dominika a relucir porque por lo visto no la gusta salir sino pasarse la vida en los supermercados y centros comerciales mirando para cuando lleguen las rebajas porque en Polonia la ropa es cara.

 Cuando salimos era de noche, aun así fuimos a recoger mi pulsera y a ver la catedral. Después pasamos por un puente con luces violetas que nos llevó a una Poznan más humilde, fue en esa zona donde decidimos coger el tranvía para volver a casa de Arek. Mientras esperábamos una señora llegó nos miró y dirigiéndose a mí me preguntó algo, obviamente tuvo que contesatr Joanna porque yo no sabía ni lo que me estaba preguntando:

 -Tengo más cara de polaca que tú, parece ser- dije riéndome porque no era la primera vez en ese día que los polacos se dirigían a mí a la hora de preguntar por alguna calle.

-Yo creo que te ven exótica y guapa por tus ojos oscuros y por eso te preguntan- me dijo Joanna riendo. Yo me alegre de escuchar esa respuesta, todo hay que decirlo.
 

 Antes de llegar a casa de Arek tuvimos que pasar por casa de Dominika para  recoger las llaves, yo quería que ella estuviera para verla mejor pero nos abrió su madre y nos dijo que se habían ido al centro comercial (Joanna me miró con cara de “lo sabía”), cogimos las llaves, pasamos por el super para comprar cerveza para mí y vino para Joanna y fuimos a casa. Me llamó mucho la atención lo limpio y recogido que tenía Arek el piso, me apuesto el cuello a que estuvo limpiando para que lo encontrásemos en condiciones al llegar pero aun así. Se lo comenté a Joanna y me dijo que sí y que plancha muy bien también mejor que ella. Le dije que su hermano era un buen partido porque limpia y plancha y ella dijo que sí que su deseo era que su hermano se enamorara de mí, dejara a Dominika y se viniera conmigo, así nosotras seriamos cuñadas… la idea me gustó no voy a decir que no.

 Un rato después preparamos algo de comer, pusimos música, nos arreglamos y nos dispusimos a hacer nuestro botellón particular con música del ordenador y  la cerveza y el vino que compramos. Me gustó la cerveza polaca, el sabor es más parecido a la española y se bebe bien, en esas estábamos cuando apareció Arek que decidió unirse a nuestra fiesta. Mientras Joanna se secaba el pelo me ofreció una cerveza que negué amablemente y Arek me preguntó que por qué siempre que me ofrecía algo de beber le decía que no…así que acepté. Joanna me explico que para ellos que dos personas beban juntas es señal de que son amigos y que como caía bien a su hermano, quería beber conmigo para formalizar la amistad. Arek también nos informo de los locales donde había fiesta esa noche, aunque también confesó que como a Dominika no le gusta salir y el tiene clase los fines de semana no está muy puesto en la vida nocturna de Poznan. Aun así nos quedamos con los nombres de los locales que nos dijo y nos marchamos.

 Cuando llegamos al primer local nos sorprendió ver en la entrada a tanta muchachada, aun así entramos pensando que en el interior mejoraría el percal, nos equivocamos. Joanna y yo subíamos la media del pub donde jóvenes aun en la edad del pavo bailoteaban y ligaban como locos. Sin dar crédito a las técnicas de las nuevas generaciones nos dirigimos a la barra a por una “drinka”: dos vodkas con sprite que nos ayudaran a digerir que o los jóvenes salen cada vez antes o nosotras estamos viejas para esos trotes. De repente Joanna se giró con cara de quererse reír y no poder:

-ID (DNI)- me dijo Joanna.
-¿Qué me estas contando?- contesté en español, -pero si probablemente seamos un par más mayores que la mima camarera.
- Lo sé-.

Riéndonos dimos nuestro DNI, yo estaba muy orgullosa de no aparentar los años que tenemos porque eso quiere decir que nos conservamos bien. De todos modos éramos muy mayores para ese ambiente y decidimos cambiar de pub. Entramos en otro, Joanna me dijo que Ewa, una amiga suya que conozco porque ha venido a Bruselas iba allí. Cuando entramos otra gran sorpresa…estaba lleno de gente demasiado  mayor:

 -Lo mejor de cada casa-, dije a Joanna.
 -Oh Dio- exclamó en italiano. -Todos son calvos-.

Volvimos a reír de lo absurdo de la situación y decidimos tomar otra “drinka”; al menos la música era buena. Vimos a una madurita bailoteando como si estuviera en un local de striptease para captar la atención del personal, maduros desesperados que ya no sabían que hacer para ligar…un circo. Yo no podía parar de reír con la situación:

-Matemos a tu hermano nada más llegar- propuse a Joanna entre risas.
-Quien nos manda hacerle caso, él solo entiende de supermercados y centros comerciales, Dominika es muy aburrida y no sale por la noche-, añadió Joanna. 

 Cuando terminamos nuestra “drinka” huimos del pub como alma que lleva el diablo y nos dirigimos a la plaza en busca de otro bar. Dicen que a la tercera va la vencida y podemos decir que así fue, aun así preferimos la noche belga. Cuando nos cansamos cogimos el autobús de vuelta a casa, seguimos riéndonos de todos los personajes que nos habíamos encontrado en los bares y Joanna llegó a la conclusión de que Polonia no es sitio para ella porque la gente “normal” de nuestra edad ya está casada o con hijos o novios y solo salen los raros. Esta vez tuve que darle la razón, aunque aun así lo habíamos pasado muy bien que era el objetivo. Entramos a casa sin hacer ruido (eso creíamos nosotras) para no despertar a Arek pero no lo conseguimos, eso sí   decidimos dejar la paliza que le queríamos dar para otra ocasión, el día había sido largo, aun teníamos cosas que hacer en Poznan al día siguiente y había que descansar.

domingo, 18 de noviembre de 2012

NEKLA (SEGUNDA PARTE)


A la mañana siguiente me levanté tarde para mis costumbres. Joanna había dicho a su madre que yo me despertaba pronto, así que le dio instrucciones sobre lo que suelo desayunar. Pero para sorpresa de todos (yo la primera) me desperté a las 10 por lo que fui a la habitación de Joanna imaginando que ya estaría despierta para así  bajar con ella. Cuando llegamos a la cocina su madre me dijo que me esperaba antes, yo me reí y dije que estaba muy cansada y necesitaba dormir (era cierto). En seguida llegó a la cocina la abuela de Joanna, yo era todo un espectáculo para ella, además decía que la gustaba hablar conmigo, también apareció Arek para desayunar con nosotras. Los polacos se extrañaron de que desayunara dulce, ellos toman pan, diferentes tipo de jamón cocido, quesos, mantequilla, salchichas…cosas saladas. Yo opté por tostadas con mantequilla y mermelada preparada por la madre de Joanna. Me sorprendió que las mermeladas no son tan dulces como las nuestras, eso sí, están muy buenas. También me introduje en el mundo del Earl Grey Tea (una variedad de té negro) y he de reconocer que he vuelto siendo un poco adicta y todos los días me tomo uno. Como podéis imaginar el espectáculo seguía con todo el mundo hablándome polaco y yo mirando a Joanna y Arek esperando una traducción y sin parar de sonreír lo que me hacía sentirme un poco tonta.
 Joanna me explicó que teníamos que arreglarnos para ir al cementerio, allí el día 1 de noviembre es como en España, se va al cementerio, se llevan flores y velas y se escucha misa. También viene la familia y se reúnen todos y comen juntos y hacen mil quinientas tartas y comida para todo un regimiento. Joanna me dijo que iba a venir su tío (el hermano de su madre) con su mujer y sus dos hijos, también me advirtió de que Agnieszka, la mujer de su tío, no la caía muy bien y que seguro que me preguntaba estupideces pero que no la hiciera caso. Pasado el mediodía llegaron los familiares de Joanna, los niños, de 10 y 5 años parecían de anuncio, tan rubios y tan monos, sobre todo el pequeño. Nos sentamos en la cocina y Agnieszka empezó a hacerme un montón de preguntas, todo a través de Joanna porque no hablaba inglés. Lo mejor de todo era que Joanna me hacía su traducción más sus comentarios personales del tipo: “te lo dije, ya está preguntando tonterías, tengo que tener cuidado que mi primo el de diez años entiende inglés no vaya a ser que me entienda decir que su madre dice tonterías…”, y  a mí me daba la risa pero no me podía reír porque la conversación no era cómica…un espectáculo. A la una menos veinte o así nos fuimos al cementerio para escuchar allí misa. El camino pasaba por un bosque y estaba lloviendo, Joanna y yo caminábamos delante acompañadas por su abuela que no se quería perder ni un momento de nuestras conversaciones, la verdad es que Joanna estaba haciendo una muy buena labor traductora. El camino era bonito, me recordaba a algunos paisajes que vi en Galicia cuando hice el Camino de Santiago, era un lugar que trasmitía paz. El cementerio estaba hasta los topes, al igual que las tumbas llenas de flores y velas. Joanna me dijo que en Polonia se encienden muchas velas ese día y que tienen que estar todo el día luciendo; también me explicó la historia de su abuelo, y la de un tío suyo al que mataron los alemanes en la Segunda Guerra Mundial cuando llegaron  a Nekla, el hombre les vio venir y corrió al pueblo para avisar al resto, le pegaron un tiro que le dio en la espalda pero él siguió corriendo y gritando dando el aviso, al final se desplomó en ese bosque tan bonito por el que habíamos pasado. Imaginé que ese cementerio estaría llenoo de caídos de la Segunda Gran Guerra, Joanna me siguió relatando cosas sobre la invasión alemana y la rusa que vino después:

-Echaron a los polacos de aquí y los mandaron al este porque estas tierras son mejores y aquí se quedaban ellos-. Explicó Joanna. Yo asentía.

- Después vamos a ir a la granja de mi tío para visitarles, echaron a mi familia y ahí vivieron los alemanes y luego los rusos-, siguió Joanna.

La misa empezó pero no se oía bien, de todos modos a mí me daba lo mismo que se oyera o no porque no entendía nada. Después de la paz la madre de Joanna  dijo que se marchaba que tenía que poner las patatas y no se podía esperar porque si no íbamos a comer muy tarde. Nosotras nos reímos mucho porque su madre es así, hace lo que quiere y cuando quiere, nos quedamos con la abuela, los tíos y los niños que no habían parado de juguetear y portarse un poco mal en todo el rato. He de reconocer que este comportamiento me alegró un poco porque en Bruselas los niños parecen viejos y no se portan mal en los sitios, parece que les cuesta reír y jugar, echaba de menos ver niños de verdad.

Cuando llegamos a casa de Joanna la comida estaba preparada, así que ayudamos a su madre a poner todas las cosas en la mesa, había mucha comida y yo me asusté al ver todo eso, Joanna me dijo que no había que comérselo todo pero que en Polonia es así, que hay que tener muchas cosas aunque luego no te las comas, que lo importante es que las haya. Había sopa de primero, dos tipos de ensaladas, tres tipos de carne, patatas asadas con una salsa, repollo con otro tipo de salsa y zumo de cereza y otro de peras hechos por la madre de Joanna con las frutas de su jardín. Todo muy natural y muy bueno, las cosas hay que decirlas. Durante la comida no paramos de hablar, todo el mundo me preguntaba cosas, Joanna traducía y yo respondía. La abuela de Joanna seguía intentando comunicarse directamente conmigo usando la voz y los gestos, me hacía gracia ver como no se daba por vencida, fue una comida de lo más entretenida. El primo pequeño de Joanna me miraba con recelo, al principio le costó mucho darme los tres besos de rigor, pero poco a poco empezó a coger confianza:

-          ¿No es polaca?- preguntó a su padre, -habla en idioma raro-.

-          No, contestó el padre, es española, del país del Futbol Club Barcelona.-

Me hizo gracia esa explicación y más como estamos ahora con las independencias y las tonterías. Con esa explicación el niño mayor sonrió porque le gusta mucho el Barca y el pequeño llegó a la conclusión de que no hablaba polaco y no entendía polaco…me había convertido en la víctima perfecta de sus trastadas.

 Después de comer, mientras las mujeres de la casa recogían la mesa y preparaban el café y los postres, los niños, el tío de Joanna, ella y yo, nos fuimos  a ver la tele. Como yo era una invitada, nos libramos de recoger, aunque las dos insistimos en ayudar. Una vez en el cuarto de estar el tío de Joanna volvió a insistir en que a todos les gustaría hablar más conmigo pero que no sabían cómo. Estuvimos hablando un poco en inglés y viendo los dibujos animados…en polaco claro. Pasado un ratito la madre de Joanna vino con un chupito de licor de manzanas que me dijo que debía probar…era una sugerencia-orden. El chupito me dejó seca, menos mal que estaba en el sofá; fue entonces cuando el tío de Joanna decidió ponerme TVE1 internacional para dar un respiro a mi cerebro, se lo agradecí muchísimo. Unos minutos más tarde estábamos todos de nuevo en el salón alrededor de una mesa llena de pasteles para pasar a tomar el postre. A mí me encantan los pasteles y los quería probar todos pero no tenía mucho hueco en el estómago. Me decanté por uno de queso y melocotón, arriba tenía gelatina y rodajas de melocotón y parecía la pupila de un ojo, era original y estaba riquísimo. Me puse con Joanna a hablar de los pasteles de cómo los hacían, que quería la receta…esas cosas, de repente su tía dijo que era increíble todo lo que hablábamos, Joanna tradujo seguido del comentario:
-Ya te he dicho que a veces es un poco tonta-.
Yo me reí como respuesta y la dije a Joanna que la dijera que sí, que yo hablo muchísimo y que me tenía que oír en español que hablo el doble.
Tras bebernos el café y comer los pasteles Joanna y yo fuimos a la granja a ver sus otros tíos, los de parte de su padre.
 
-Prepárate, más pasteles. Además aquí estará otra tía mía que es peor que ésta. Nos mirará de arriba abajo y nos dirá o que estamos gordas o que estamos delgadas…no sé que tocará está vez. La gusta mucho cotillear- dijo Joanna sonriendo.
 
Al llegar a la granja nos abrió la puerta una señora de aspecto muy saludable, era rubia y regordeta con unos mofletes colorados muy graciosos, me recordaba a los personajes de los cuentos. Era la tía de Joanna pero la tía agradable, la granja era suya y de su marido y tenían tres hijos: un chico al que vi solo de refilón, Marta y el pequeño Pawel, al que le dio mucha vergüenza de mí, me saludo en inglés y desapareció. Primero pasamos a la habitación de las mujeres, saludamos a Marta (prima) y a la tía cotilla y fuimos a la habitación donde estaban los hombres bebiendo vodka y viendo la tele. Me hizo gracia que el padre de Joanna estuviera dormido, a Arek le cambió la cara cuando nos vio, el pobre debía estar muy aburrido y es que en Polonia, los días familiares son como intocables, la gente joven está con la familia y si se aburren se aguantan. Tras saludar fuimos a sentarnos con las mujeres y a comer pasteles. Yo está vez quise agua porque tenía el estomago como un bochinche de tanto comer y beber, también probé un pequeño pastel de queso que Joanna me recomendó. Agradecía a su tía todo pero le dije que yo no estaba acostumbrada a comer tantísimo. Tía cotilla nos dijo que teníamos que comer porque estábamos muy delgadas, me preguntó cosas a través de Joanna y me dijo que me parecía a Sarah, una amiga egipcia de Joanna pero con menos pelo, (Sara lo tiene negro, rizado y muy, muy abundante, lo contrario que yo). Joanna me dijo que no, que lo decía porque las dos teníamos los ojos oscuros pero que no me parezco y es cierto… Joanna traducía todo lo que decían, empezaron a criticar a la gente que había llevado ropa naranja o de colores fuertes al cementerio, después hablaron de cortinas. Joanna estuvo callada unos cinco minutos, bebiendo té y sin traducir, callada y mirándome de reojo, de repente me dijo:
-No traduzco porque aun siguen hablando de las ventanas y las cortinas y no es interesante-.
Me dio la risa, pero pude aguantarme, decidimos marcharnos y dejarlas con la discusión sobre la ventana. Joanna fue a despedirse de los hombres y yo me quedé con las dos tías que empezaron a hablarme como locas y yo sin entender, menos mal que  Arek apareció por la puerta riéndose:
-Vengo a ayudarte- me dijo. Se lo agradecí enormemente.
Ya en el coche Joanna y yo no paramos de reír y comentar los momentos y los comentarios de Joanna. Dejamos el coche y fuimos al cementerio con la madre y la abuela, necesitábamos andar para bajar todo lo que habíamos comido. Era ya noche cerrada pese a que solo eran las 6 de la tarde pero las velas iluminaban todas las lápidas y aunque suene macabro era muy bonito, no parecía un cementerio. Volvimos a casa y Joanna preparó un par de tés para asentar el estomago, de repente llegaron Arek y el padre de Joanna, ellos también habían terminado la jornada familiar:
-Vamos, ¿qué hacéis las dos bebiendo té?- dijo el padre de Joanna. Después se dirigió a mí , -Marta ¿drinka?- (que significa: ¿quieres beber algo?, ese algo suele ser bebida espirituosa).
Miré a Joanna y Joanna asintió, me dijo que tenía que probar los cócteles que preparaba su padre. Marek muy contento puso vodka, Martini Blanco y Sprite en unos vasos, luego exprimió un limón sobre la bebida. Estaba muy bueno y no se apreciaba el sabor a alcohol. Les hizo gracia que yo pensara que la bebida se llamaba drinka, porque drinka era la pregunta entera que he explicado antes, de todos modos yo ya he bautizado ese coctel como drinka. Fuimos al salón a ver la tele con nuestros “drinkas”, Arek empezó a hablar conmigo, me dijo que su primo el pequeño Pawel le había dicho que me dijera que no me había hablado porque le daba vergüenza hacerlo en inglés. También me dijo que su tía Agnieszka había querido saber los años que tenía pero que la daba vergüenza preguntármelo y que había mandado a su hijo de diez años que lo hiciera en inglés y el niño había dicho que no. La madre de Joanna dijo que esa mujer siempre estaba hablando y preguntando tonterías, eso sí, metió un par de Pierdoles y curvas por medio, lo único que entendí. Todos reímos. Arek me ofreció otra drinka, (en Polonia es costumbre que los chicos sirvan la bebida a las chicas y cuiden de que sus vasos no estén nunca vacíos, a no ser que ellas no quieran más) pero me negué prometiéndole tomar un drinka con él al día siguiente porque entre todo lo que había comido, el té y la drinka que me acababa de terminar tenía mucho sueño, así que Joanna y yo decidimos ir a dormir, el día había sido largo y aun nos quedaba mucho por delante.

jueves, 8 de noviembre de 2012

NEKLA (PRIMERA PARTE)


Cuando en verano Joanna me invitó a pasar el puente de los Santos en Polonia no me lo pensé dos veces, nunca había estado en ese país, ni siquiera se me había pasado por la cabeza visitarlo y vi en la invitación de mi amiga una oportunidad estupenda.
Joanna vive en un pueblecito llamado Nekla cerca de Poznan, una ciudad universitaria situada al oeste de Polonia a unos doscientos y pico kilómetros de Berlín (sí, ya sé que es la capital de Alemania, pero así nos situamos mejor). Como Ryanair no tiene vuelos directos a Poznan desde Bruselas, tuvimos que volar a Wrocklaw, otra ciudad situada a unos ciento y pico kilómetros de Nekla. En el avión no paramos de hablar y planear que íbamos a hacer en esos cuatro días, yo estaba un poco nerviosa porque iba a estar en casa de Joanna y su familia no habla inglés, solo su hermano. Cuando ella estuvo en mi casa fue fácil porque entiende bastante español pero en este caso yo iba a depender cuatro días de sus traducciones.

 Cuando llegamos al aeropuerto Arek, el hermano de Joanna no estaba allí, ella le llamó por teléfono y dijo que la espera iba para largo porque había mucho atasco, que llevaba cuatro horas metido en el coche. Joanna me explico que aunque su pueblo no está lejos las carreteras son muy malas, de un solo sentido y con camiones y tractores por lo que normalmente llegar a ese aeropuerto les lleva tres horas y si tienes mala suerte (como era el caso) incluso más. Nos sentamos a esperar mientras yo miraba curiosamente los letreros en ese idioma tan desconocido para mí e iba pidiendo a Joanna que me enseñara a decir cosas básicas como: gracias, hola, adiós, sí y no. Aprovechando la espera decidí limpiarme las gafas (siempre vuelo con gafas en vez de lentillas porque son más cómodas) y en esas estaba cuando Arek apareció por la puerta del aeropuerto con dos ramos de flores. Yo sin gafas no veo nada de nada, solo bultos de colores pero cuando me las puse me encontré con un chico guapísimo sonriendo de oreja a oreja y con un ramo de flores para mí. El viaje no empezaba nada mal.

 Antes de poner rumbo a Nekla entramos en un supermercado a comprar algo de comer porque la madre de Joanna nos había enviado pastel hecho por su abuela pero todos queríamos salado. Me sorprendió lo barata que era la comida, aunque para alguien con sueldo polaco es un precio normal, también me llamó la atención lo mandona que era Joanna en su entorno:

-Arek ve a coger el agua- y Arek iba sin rechistar. –Estoy pensando que vamos a coger también zumo de zanahoria y plátano para que Marta lo pruebe- y Arek iba a por ello y no decía nada.

-No conocía esa faceta tuya tan mandona- Le dije cuando Arek se fue a por el zumo.

-No soy mandona- me contestó riendo y poniendo aun más cara de buena, -aquí es así, nosotras pedimos y ellos hacen para tenernos contentas, se supone que los hombres tiene que cuidar a las mujeres lo que no puede ser es lo que hacéis vosotros que parece que son las mujeres las que les tenemos que cuidar a ellos, me costó acostumbrarme a vuestra forma de ser. Veras como aquí es todo el rato así- me dijo sonriendo malignamente.
Me reí por la manera en que me lo contó pero tenía muchísima razón.

 Hacía frío tal y como había visto en la previsión meteorológica, era un frío seco como el de Toledo en diciembre o enero por lo que me era muy familiar y sabía que con ponerte mucha ropa se pasaría, nada que ver con la humedad de Bruselas que se mete en los huesos y no se va ni aunque te pongas encima una piel de oso.

 El coche era una loca mezcla de polaco e inglés, yo seguía repitiendo como un papagayo las palabras básicas que Joanna me había enseñado pero me hacía mucho lío. De repente, el camino despejado y sin coches se transformo en una fila de vehículos casi parados, un camión era el culpable.

-Kurwa (curva)- oí que decía Arek alargando mucho la r y empecé a reír porque sabía que eso era una palabrota.

-No, no Arek, no la enseñes eso-, replico Joanna, el chico se rió y dijo que eso lo tenía que aprender también, así que apuntaba una palabra nueva a mi lista. La siguiente fue “Je Pierdole” y una tercera, esta mucho más suave “Cholera” y que suena como “jolera” que es lo que dice Joanna cuando se enfada pero que es muy Light porque creo que viene de cólera, la enfermedad. Obviamente y como pasa siempre con esas palabras no tuve tanto problema como con la otras. Joanna me advirtió que su madre solía decir muchas palabras feas y que iba a oír unas cuantas variantes de Pierdole.
Con el estómago lleno, el calor del coche y el sonido de fondo de una radio en lengua extraña más la conversación de los hermanos que mezclaban polaco con inglés no tarde nada en quedarme dormida.
 
Más o menos una hora duró mi siesta, cuando me desperté estábamos llegando a Poznan. Como aun quedaba un poco de camino probé el pastel que había hecho la abuela de Joanna que estaba muy, muy bueno. No podéis imaginar lo que me gustan los dulces polacos, ya los había probado en casa de Joanna y me gustan porque no son tan dulces como los nuestros y son casi todos hechos en casa por lo que ni colorantes, ni conservantes ni nada de nada.

 En Poznan nos paramos un momento en casa de la novia del hermano de Joanna, la para mí ya famosa Dominika, no la conozco pero Joanna me cuenta tantas historias de ella que era como si la conociera. Me esperaba algo más espectacular, por lo visto Dominika ha sido segunda en algo de mises, se hace sesiones de fotos y según tengo entendido está encantada de conocerse. Yo la vi con el chándal de estar por casa y me pareció una chica normal y corriente, su novio está veinte mil veces mejor. Media hora larga después estábamos en Nekla, tras cuatro horas de viaje por los atascos y las oscuras carreteras polacas iba a poder dar por inaugurado el show, hasta el momento todo había sido fácil porque en inglés nos habíamos entendido pero ahora…ahora empezaba lo bueno.

 Entramos a casa de Joanna por el garaje, sus padres (Marek y Alizia) y su abuela (Jeanina) esperaban en la puerta todos muy sonrientes. Presentaciones, besos (en Polonia se dan tres) y yo con cara de tonta mirando como todos me decían y preguntaban cosas y yo sonriendo miraba a Joanna y esperaba su traducción. Pero eso no era lo peor, lo peor era a la hora de contestar porque no sabía si mirar a Joanna, si mirarles a ellos…un lío pero nos apañamos. Nos sentamos en la cocina a comer algo mientras la madre de Joanna no paraba de hablar y preguntarme cosas. Su abuela se sentó con nosotros sin dejar de mirarme los ojos:

-Tienes los ojos muy oscuros-, dijo poniendo cara de admiración. Era algo que esperaba porque siempre que voy a países donde la mayoría tiene los ojos claros los míos les llaman mucho la atención, en Irlanda también me pasaba. Yo sonreí porque no sabía que decirle.  

Terminamos de cenar y bebimos un té (los polacos beben té a todas horas), la madre de Joanna la llamó, a Arek no estaba porque no había querido té y me quedé sola con la abuela Jeanina que no paraba de hablarme y yo sin entender, sonriendo y pasando muchos apuros porque yo quería hablar con la mujer. Arek apareció riendo por la puerta y me dijo que su abuela tenía mucho peligro porque la gustaba mucho hablar. En seguida vinieron Joanna y su madre también riendo:

-No te entiende- dijo Alizia a la abuela.

Inmediatamente me empezó a repetir lo que me había dicho pero mucho más despacio, la faltó darme las voces que damos los españoles a los extranjeros porque creemos q si gritamos nos van a entender mejor. Yo me empecé a reír.

-Me refiero a que no habla polaco- corrigió Alizia.

-Me da lo mismo- dijo la abuela mirándome, -me caes bien y voy a hablar contigo igualmente- dijo sin dejar de mirarme simpaticamente. Me reí, no había nada más que decir.  

 Subimos a las habitaciones, la casa de Joanna tiene cuatro plantas, en el ático es donde están las habitaciones de ella y su hermano, y ahí era donde íbamos a dormir,  Joanna en la suya y yo en la de Arek. Me sorprendió lo larga que era la cama, Joanna me dijo que como su hermano es muy alto se la habían tenido que hacer a medida. Dejamos las maletas, ducha y a dormir, el día había sido muy largo y tenía que estar descansada para los días que me esperaban. El viaje no había hecho más que comenzar.