Cuando me hablaron de
la Euroferia enseguida pensé en un montón de stands con información sobre las
Organizaciones Europeas y cosas por el estilo por tanto no podía entender por
qué Fátima hablaba de ella con tantísima emoción . –El año pasado pusieron la
bandera de España en lo alto del Atomium, mira, mira-, me dijo toda contenta enseñándome
una foto en el móvil. –Pero a ver, ¿qué es la Euroferia, entonces ?- pregunté
para solventar mi duda, -Cómo la feria de abril-, exclamó Fátima a grito pelado.
Eso lo cambiaba todo y mi rostro lo demostró con una sonrisa..
Con esas mismas el
sábado dos de junio un equipo formado por dos españolas, un holandés, una
vietnamita y una inglesa nos dirigimos a la explanada del Atomium para ver que
era eso de la Euroferia. En esta ocasión Fátima era la jefa de la expedición
porque ya había estado y durante el trayecto nos fue explicando lo bien que se
lo había pasado el año anterior. –Es como la Sementera pero en Bruselas- dijo
en inglés para que todos la entendieran. La Sementera son las fiestas de
Torrijos, para mí uno de los eventos más importantes del año y que intento no
perderme bajo ningún concepto aunque siempre sea lo mismo y cuando terminan,
llevándose consigo mi voz y casi mi alma
por estar cuatro días casi sin dormir, me prometa a mí misma que la próxima me
iré fuera o intentaré tomármelas más relajada. Nunca lo hago.
Volviendo al asunto, al
llegar allí me di cuenta que Fátima no se había equivocado mucho…cochecitos,
tómbolas, vestidos de sevillanas y españoladas varias, vamos que me sentía como
en casa. Había casetas con comida típica de España : paella, tortilla de
patatas, calamares, empanadillas, gazpacho, sangría…eso sí, a precio de oro. Decidimos hacer caso omiso del precio
y sentirnos más como en casa dando una alegría al paladar ; cuando nos
acercamos a la caseta a pedir me sorprendió que los que atendían no fueran
españoles…ni siquiera lo hablaban así que empecé a pensar que cómo diablos iban
personas que no son españolas a cocinar comida española en condicione. He de
reconocer que no estaba malo pero vamos que donde estén la tortilla de mi madre
y las paellas de mi tío Sebastián que se quiten esas, pero bueno tampoco nos
ibamos a poner exigentes. El jamón tampoco era muy allá pero se dejaba comer y
pasamos un buen rato riendo y escuchando a “Niña Pastori”. Vamos que si cuento
a mis amigos en Torrijos que estaba super feliz haciendo eso me miran raro
porque el flamenco no se encuentra entre mis gustos musicales preferidos pero
no sé que me pasa que cuando estoy fuera de casa me entra una vena flamencona
que no veáis y me hizo mucha ilusión escuchar música de la tierra aunque no sea
precisamente el estilo que llevo en el coche.
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