PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



sábado, 11 de agosto de 2012

LA EUROFERIA


Cuando me hablaron de la Euroferia enseguida pensé en un montón de stands con información sobre las Organizaciones Europeas y cosas por el estilo por tanto no podía entender por qué Fátima hablaba de ella con tantísima emoción . –El año pasado pusieron la bandera de España en lo alto del Atomium, mira, mira-, me dijo toda contenta enseñándome una foto en el móvil. –Pero a ver, ¿qué es la Euroferia, entonces ?- pregunté para solventar mi duda, -Cómo la feria de abril-, exclamó Fátima a grito pelado. Eso lo cambiaba todo y mi rostro lo demostró con una sonrisa..

Con esas mismas el sábado dos de junio un equipo formado por dos españolas, un holandés, una vietnamita y una inglesa nos dirigimos a la explanada del Atomium para ver que era eso de la Euroferia. En esta ocasión Fátima era la jefa de la expedición porque ya había estado y durante el trayecto nos fue explicando lo bien que se lo había pasado el año anterior. –Es como la Sementera pero en Bruselas- dijo en inglés para que todos la entendieran. La Sementera son las fiestas de Torrijos, para mí uno de los eventos más importantes del año y que intento no perderme bajo ningún concepto aunque siempre sea lo mismo y cuando terminan, llevándose consigo mi voz y casi  mi alma por estar cuatro días casi sin dormir, me prometa a mí misma que la próxima me iré fuera o intentaré tomármelas más relajada. Nunca lo hago.


Volviendo al asunto, al llegar allí me di cuenta que Fátima no se había equivocado mucho…cochecitos, tómbolas, vestidos de sevillanas y españoladas varias, vamos que me sentía como en casa. Había casetas con comida típica de España : paella, tortilla de patatas, calamares, empanadillas, gazpacho, sangría…eso sí, a precio  de oro. Decidimos hacer caso omiso del precio y sentirnos más como en casa dando una alegría al paladar ; cuando nos acercamos a la caseta a pedir me sorprendió que los que atendían no fueran españoles…ni siquiera lo hablaban así que empecé a pensar que cómo diablos iban personas que no son españolas a cocinar comida española en condicione. He de reconocer que no estaba malo pero vamos que donde estén la tortilla de mi madre y las paellas de mi tío Sebastián que se quiten esas, pero bueno tampoco nos ibamos a poner exigentes. El jamón tampoco era muy allá pero se dejaba comer y pasamos un buen rato riendo y escuchando a “Niña Pastori”. Vamos que si cuento a mis amigos en Torrijos que estaba super feliz haciendo eso me miran raro porque el flamenco no se encuentra entre mis gustos musicales preferidos pero no sé que me pasa que cuando estoy fuera de casa me entra una vena flamencona que no veáis y me hizo mucha ilusión escuchar música de la tierra aunque no sea precisamente el estilo que llevo en el coche.

 Después de reponer fuerzas dimos una vuelta por todos los puestos, me llamó mucho la atención el hecho de que aunque se anunciara como la “Feria de Abril”, estaba lleno también de hispanoamericanos que tímidamente estaban introduciendo su música y su comida y hay que reconocer que también estaban teniendo mucho éxito.  Vimos a unas bailaoras en un tablao y un espectáculo de caballos andaluces danzando al son de la música, uno de ellos incluso se atrevió a bailar en una puesta en escena con fuego que fue maravillosa. Aún embelesados por el espectáculo equino nos fuimos a tomar una cervecita fresquita porque aunque parezca mentira esa noche hacía calor. Tampoco faltaron los churros y echar unos tiros con la típica escopeta de feria donde Joost, el chico holandés, consiguió un osito. Nuestros amigos extranjeros estaban encantados, sobre todo con los churros y nosotras todavía más porque nos sentíamos como en casa y cuando estás tan lejos esa es una sensación que se agradece.




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