Nunca pensé que fuera a ir a una competición de patinaje sobre hielo, no porque no me guste, que me encanta, tanto verlo como practicarlo (aunque sea muy mala) sino porque en la zona en la que vivo en España no es un deporte muy arraigado y nunca me entero de cuando hay este tipo de eventos. Pero aquí, en Bruselas, es diferente y más si tienes un compañero de trabajo como el eslovaco Mihail que se entera de todos y cada uno de los eventos culturales que se celebran en Bruselas y los alrededores.
Cuando en diciembre Mihail me propuso ir a una competición de patinaje, le contesté que sí sin dudarlo incluso antes de que terminara de decir dónde íbamos; es que yo todo lo que sea ir a algún lado me vuelve loca y lo mismo me da que sea una fiesta, de paseo por el bosque o a un basurero, yo digo siempre que sí porque me gusta visitar cosas y más cuando estoy en el extranjero, (que conste que nunca he ido a visitar ningún basurero pero oye quién sabe…). El caso es que Mihail me dijo que era una competición de patinaje y creo que no me especificó que era sobre hielo. A mí me gustan los dos tipos de patinaje así que me daba un poco lo mismo, pero sinceramente, creía que era sobre ruedas y no me enteré de que era en hielo hasta que no estaba con Mihail en el tren rumbo a Liedekerke, el pueblecito donde se celebraba la competición.
Cuando llegamos a Liedekerke tuvimos que cruzar el pueblo entero para llegar a la pista de hielo municipal que era donde se celebraba el evento. Era el típico pueblecillo flamenco: con casitas bajas, húmedo y frío, pero con bastante encanto. La pista me desilusionó un poco, era como de material prefabricado, nada comparable a las estupendas pistas de patinaje que te encuentras en Madrid; me esperaba algo más de ella, sobre todo porque del club de Liedekerke han salido estrellas del patinaje como Kevin van der Perren, medalla de bronce en el campeonato europeo en 2007 y 2009, así como del Grand Prix medalist por tres veces y es 7 veces ganador del Campeonato Nacional Belga. Por no hablar de la representación que hizo de su país en los Juegos Olímpicos de invierno en 2006 y 2010. Y encima es guapo y simpático. Pero bueno, Kevin Van der Perren a parte, el estadio, por llamarlo de alguna manera, era un poco cutre. Cuando entramos me arrepentí de no haberme puesto ropa de más abrigo, Mihail se disculpó por no haberme avisado: -tú que vienes de tierras cálidas a lo mejor pasas frío, se me olvidó advertirte. -No pasa nada, Mihail- le dije muerta de frío y acabábamos de entrar, -en un rato me acostumbro a la temperatura-. Tras sentarnos y esperar durante un par de minutos a que terminaran de limpiar la pista, dio comienzo el espectáculo.
La competición no era a altos niveles, empezaba con niñas de unos seis años y terminaba con las chicas de dieciséis. Había solo cuatro chicos que lo hicieron bastante bien. El espectáculo estuvo genial, daban premios por categorías y medallas para todos los participantes aunque también pudimos ver alguna lágrima de las niñas más pequeñas que se habían caído durante su exhibición. Todos lo hicieron estupendamente, a pesar de las caídas, ya me gustaría a mí patinar como patinaban todas y cada una de ellas, de hecho, me conformo con el nivel de las más novatas. Algo que me llamó muchísimo la atención fueron los trajes que llevaban, aunque parecía un campeonato a nivel local, quizá incluyendo algún club de los pueblos de los alrededores, los concursantes iban vestidos como autenticas estrellas del patinaje, con trajes magníficos adaptados a la temática de las canciones que bailaban. Mi favorito fue el de una de las chicas más mayores que patinó muy bien, todo hay que decirlo, al ritmo de la banda sonora de la famosa película de Tim Burton “Beetlejuice”. Llevaba un traje en tonos negro y morado con una gran tela de araña que dejaba al descubierto la espalda.
Después de la entrega de premios Mihail y yo fuimos a hacernos una foto con Kevin Van del Perren y su novia, aunque creo que ya están casados, la también campeona Jenna McCorkell. Después de eso y muerta de frío deshicimos el camino de vuelta a la estación degustando un bollo de pasas muy rico que nos compramos en una de las panaderías de la localidad.
Alguno os estaréis preguntando si me acostumbré a la temperatura de la pista de hielo tal y como le dije a Mihail al entrar, la respuesta es que no…me pasé el día muerta de frío, tuve que tomarme un chocolate caliente a eso de la una de la tarde para entrar en calor. Cuando llegué a Bruselas ni siquiera una ducha de agua cociendo hizo que se me quitara de encima ese frío húmedo que se me había metido en los huesos, así que decidí irme a dormir pronto para ver si se me pasaba el destemple que tenía. Afortunadamente a la mañana siguiente me levanté como nueva, no me había constipado y me alegré muchísimo de haber presenciado un campeonato de patinaje sobre hielo, aunque sea de pequeños artistas porque…más de uno promete llegar tan lejos como su paisano Van der Perren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario