Desde pequeñita me han gustado
las marionetas, recuerdo que siempre en las fiestas de mi pueblo mi madre me
llevaba a los guiñoles que hacían en la plaza y me fascinaban. También las he
visto en algún teatro de la sala San Pol de Madrid y por supuesto en
espectáculos callejeros en el Retiro.
Recuerdo también que en mi etapa anterior
en Bélgica vi en Brujas un espectáculo callejero de un ratón-marioneta que me
gustó muchísimo, creo que disfruté más que los niños que lo estaban viendo.
El caso es que en Bruselas hay un
bar donde realizan un espectáculo de marionetas, se llama “Theatre Royal de Toone”
y llevo años queriendo ir. La primera vez que estuve por Bruselas no fui porque
las actuaciones son en francés y creí que no las entendería, pero esta vez que
mi nivel de francés está empezando a ser aceptable no quería perdérmelo por
nada del mundo. Pregunté a Fátima si vendría conmigo y no lo dudó un momento
así que aprovechando que era viernes y que Fati libraba el sábado allá que
fuimos.
Nada más entrar nos recibió un
camarero muy guapo, la cosa empezaba bien, su compañera, una chica muy simpática nos dijo
que teníamos que esperar porque el espectáculo empezaría en media hora y hasta
15 minutos antes de la sesión no vendían las entradas. Como nos sobraba tiempo
fuimos a dar un paseo por la Grand Place para estirar las piernas y luego
pasamos otra vez al bar y esperamos allí sentadas a que abrieran la puerta de
la sala donde se hacen las representaciones. Allí estábamos las dos cotilleando
y riéndonos cuando de repente un gato saltó a mi lado y se sentó en el banco
como si también estuviera prestando atención a la conversación. Confieso que no
soy persona muy gatuna, los perros si me gustan pero los gatos no y nuestro
nuevo compañero de mesa no me gustaba un pelo. De repente otro gato pasó por
mis pies y es que el bar de las marionetas es también uno de esos bares con gatos
que están tan de moda ahora, por suerte, abrieron las puertas del teatro y pude
escapar de la compañía gatuna que no me estaba gustando en absoluto.
Subimos por unas escaleras de
madera y al final de las mismas un señor muy gracioso nos vendió las entradas.
Una vez dentro elegimos nuestro sitio y yo empecé a lanzar fotos a diestro y
siniestro porque la salita estaba llena de marionetas colgadas por todas
partes. Me llamó mucho la atención que sentados delante de nosotras había una
pareja oriental que no hablaban nada de francés, pero quizá les pasará como a
mí, que les gustan mucho las marionetas y les daba igual si entendían o no.
Unos minutos después, el señor de
las entradas, que era además uno de los actores que ponía voz a las marionetas,
hizo una estupenda presentación de la obra que íbamos a ver, una adaptación
belga de “Hamlet”. No paré de reírme todo el rato, la obra fue genial y eso que
como era en francés había cosas que no entendía, estaba llena de guiños a
Bruselas y alrededores y los actores eran unos crack moviendo las marionetas y
poniendo voces. Mi personaje favorito era Laertes, el hermano de Ofelia que le
ponían como un tontainas que no pronunciaban bien las “s”, las hacía como si
fueran “z” y me resultó super gracioso escuchar e francés que no se
pronunciaran las “s”.
A mitad de la función hubo un
descanso durante el que abrían otra sala donde había marionetas expuestas y podíamos
sentarnos allí a tomar algo. Fati y yo aprovechamos para tomar una coca-cola,
cotorrear y seguir tirando fotos a las marionetas. A la vuelta del descanso no
había ni rastro de la pareja oriental, yo creo que creyeron que se había
terminado y sencillamente se marcharon.
El final de la obra fue también
muy gracioso, a pesar de que “Hamlet” de comedia tiene poco pero lo hacían tan
divertido que era imposible no reírse. Cuando terminó todos los espectadores
aplaudimos sin parar y sin podernos quitar la sonrisa de la cara, lo hicieron
genial y los escenarios estaban también muy trabajados. La verdad es que la
obra no tuvo desperdicio ninguno y es un espectáculo muy, muy recomendable para
todos aquellos que os acerquéis a Bruselas y queráis hacer algo divertido y
diferente.