Hace ya dos años y algo que
comencé este blog y la verdad, no esperaba que me fuera a dar para tanto y
esperaba dejar de dar vueltas por ahí porque una llega ya a una edad en la que
le apetece más quedarse en un sitio y solo dar vueltas para ir de vacaciones.
De todos modos yo soy de esas personas que creen en el destino y si el mío es
tan caprichoso supongo que será por algo. En fin, todo esto para decir…qué
duros son los comienzos.
Y…¿por qué son duros los
comienzos? Porque acostumbrarse a países, personas y culturas diferentes
siempre es complicado al principio, todo esto teniendo en cuenta que al fin y
al cabo yo siempre viajo por Europa por lo que las diferencias culturales son
mínimas, no me quiero imaginar viviendo en Kuwait como mi amiga Marta o en
Qatar como mi amiga Marisol o en Senegal como estuvo mi amiga Irene; en esos
casos creo que me habrían echado del país por esa tendencia que tengo a meter
la pata o estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Digo esto por
una anécdota que me pasó el primer día de universidad que si bien no tiene nada
que ver con la cultura del país (o al menos eso creo) si que tiene que ver con
mi tendencia a las malas elecciones y estar donde no debo cuando no debo.
En la oficina de la universidad
estoy sola, creo que hay más gente en otras oficinas del pasillo pero yo nunca
les he visto, al igual que me gusta pensar que hay gente en el edificio aunque
nunca haya visto presencia humana alguna. El caso es que en Gales yo no sé si
por la humedad, la lluvia, el frío o qué tengo ganas de hacer pis muy a menudo.
Había visto que enfrente de mi oficina está el baño de hombres y la chica que me había dado las
explicaciones de donde está cada cosa me dijo que el de chicas estaba por el
otro lado. Fui a inspeccionar y en el otro lado solo encontré un baño para
caballeros y minusválidos pero ni rastro del de chicas. Pensé que no tenía
sentido que hubiera dos baños de hombres así que me metí en el de minusválidos
que era el que me pillaba más cerca y ya no podía más. Hasta aquí todo bien,
muy limpio y muy bien aunque me dio la sensación de que ese servicio no se
había usado en milenios y no me equivocaba. Cuando fui a tirar de la cadena la
cisterna estaba más seca que la mojama y yo me empecé a poner nerviosa porque
no podía dejar el pis ahí. Muerta de vergüenza porque todo el mundo sabría que
había sido yo ya que no parece que haya nadie más en el piso empecé a pensar
cómo podría hacer llegar agua al váter para que se fuera el pis.
Mira tú por
donde ese día me había comprado una taza para la oficina para el agua, el té o
lo que fuera, muy bonita por cierto, de cerámica y con forma de cebra así que
rauda y veloz por si a alguien le daba por entrar a ese baño me fui a coger la
taza para echar agua en el wc. Y ahí estaba yo al más puro estilo Mr. Bean
cogiendo agua del lavabo y echando “tazazos” por el váter, una situación muy
ridícula la verdad, pensando que cualquiera que me viera en semejante situación
y riéndome, por supuesto, de que siempre me tienen que pasar a mí esas cosas.
Tras muchos “tazazos” de agua el
pis se fue, mi trabajo me costó y no he vuelto a usar ese baño ni creo que lo
haga, total vaya al que vaya de ese edificio siempre será de caballeros y mi
taza prefiero usarla para lo que la compré, tomarme un té calentito a media
mañana.
¡¡Jajajaja!! Te imagino riéndote y maldiciendo a partes iguales...
ResponderEliminar¡Jajajajajaja! La risa vino después, cuando me vi en el espejo lanzando tazas de agua a un wc con una taza de cebra...es muy ridículo, de verdad :)
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