PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



domingo, 17 de febrero de 2013

ESTO Y LO OTRO


Hay cosas que solo pasan en Bruselas, o por lo menos en mi pueblo no pasan, creo que ni siquiera en Madrid y por tanto yo digo que solo pasan en Bruselas. Pensareis que exagero pero os voy a mostrar aquí algunos ejemplos:

 -Como en muchas ciudades europeas en Bruselas hay que pagar para entrar en el baño de los bares, restaurantes, pubs, discotecas, etc. No en todos, pero sí en la mayoría. A mí a veces me fastidia porque tienes que pagar la entrada a un Pub con la que no entra consumición y luego encima tienes que pagar para ir al baño. Otras veces lo puedo entender, como en el caso del McDonald porque si yo estoy dando un paseo por el centro y de repente me entran las incontrolables gansa de hacer pis, voy al McDonald, pago por ello y no tengo el por qué comerme nada, ya he pagado por ese servicio. Además es una garantía de que el baño estará un poco decente (bueno, no siempre). El hecho de hacer negocio de una necesidad fisiológica, que absolutamente todo el mundo tiene,  provoca enfado en mucha gente y conozco a más de uno que me ha confesado que se permite el lujo de no apuntar correctamente al miccionar descargando de esta manera su ira por tener que pagar por algo tan natural e incontrolable. Hasta aquí podemos decir que pagar por ir a hacer pis no tiene nada de excepcional y es cierto, lo raro es cuando te encuentras ofertas, lo que me he dado el lujo de bautizar como “barra libre de pis” y que consiste en pagar un euro (en vez de las 50 céntimos que se te exigen cada vez que vas), te ponen un sello y puedes entrar toda la noche tantas veces como quieras sin necesidad de volver a pagar. ¿Como nos quedamos?, yo me quedé loca cuando lo vi por no hablar de la risa que me dio.

 -Otro ejemplo de cosas que se escapan a mi lógica me ocurrió a finales de marzo o principios de abril, ya no recuerdo, solo sé que era jueves, no hacía frío y que la lluvia había dado paso al sol nublado de Bruselas que te invita a ir a Place Luxe a tomarte algo con los amigos. Pensando en eso y deprisita iba a comprar a Carrefour caminando por la concurrida rue Beliard. De repente paró un coche ocupado por tres ciudadanos creo que magrebíes bastante fuertotes, uno de ellos con súper móvil en mano,  que me preguntaron sí sabía donde estaba la rue Chaussée de Lovain. Yo no sabía exactamente donde estaba pero sí más o menos por donde quedaba, lo malo es que  me encontré con el problema de que no hablaban inglés y yo en aquellos tiempos no me atrevía a hablar francés. Pero el tipo del otro lado del teléfono si que hablaba inglés así que aparcaron el coche en una calle paralela y me tendieron el teléfono para que diera las explicaciones. Aquí dejo una nota a mis lectores que no piensen que soy una intrépida que me fío de cualquiera porque como ya he dicho es una calle muy concurrida y el peligro es mínimo. Hablé con el tipo y cuando terminé colgamos, algo un poco tonto por mi parte porque digo yo que el tipo del otro lado del teléfono les tendría que dar mis explicaciones pero bueno. Cuando me acerque a la ventanilla del coche para devolver el súper móvil el conductor arreó una torta al copiloto, éste a su vez se la devolvió y el que estaba sentado en la parte trasera miraba divertido. De repente se quitaron las cazadoras, se las arrojaron al de atrás, salieron del coche y se empezaron a dar de tortas. A todo esto, yo retirada con el móvil en la mano esperando a que terminaran de pegarse para podérselo devolver y el otro chico intentando separarles. Creo que se habían olvidado de que yo estaba allí. De repente se dieron cuenta de mí, pararon y me sonrieron, yo ya tenía un poco de mala cara porque llevaba prisa ya que tenía que comprar y había quedado para ir a Luxe y no me apetecía perder el tiempo viendo como nadie se pegaba. Se disculparon muy sonrientes, les dí el móvil, les indique como tomar la avenida principal y que llamaran a su compañero de nuevo (eso si lo sabía decir en francés) y me alejé de allí muy sorprendida por el espectáculo de lucha libre a lo cutre que acababa de presenciar. Y me dio un poco de risa imaginando la pinta de tonta que tenía que tener ahí en la calle, de brazos cruzados, con un móvil ultimo modelo en la mano, mirando como tres gañanes se daban de tortas vete a saber por qué.

 -Pero aquí no ha terminado todo porque ni siquiera en mi casa estoy libre de sobresaltos y no, esta vez no es ninguna sorpresita por parte de mi compañera de piso, esta vez fue uno de los amigos de mi compañero. Era el primer fin de semana de diciembre y Pablo había organizado una fiesta, creo que ya he dicho en alguna ocasión que es DJ. Cuatro amigos suyos de diferentes puntos de España que habían estudiado todos juntos en al universidad decidieron venir a visitar la capital de Europa y de paso no perderse tan magno evento que cada vez va adquiriendo más fama local. La fiesta fue un viernes, divertida, lo pasamos bien…esas cosas que tiene las fiestas. La sorpresa vino al día siguiente por la mañana. El sábado tras levantarme, apañar la habitación y esas cosas, me disponía a colocarme mi bufanda para salir a dar un paseo matutino por el centro cuando de repente se abrió la puerta de mi habitación y apareció un chico en calzoncillos con un gorrito  de esos de mafiosos que llevan los guays ahora para salir), esponja, jabón y toalla dispuesto a darse una ducha (supongo). Mi cara la podéis imaginar:

 -Hola, ¿puedo ayudarte?- pregunté muy sorprendida y algo molesta.

-Creo que me he confundido, ¿por qué hablas español?- me contestó el chico.

-Creo que si que te has confundido.- contesté aguantándome las ganas de darle un sopapo. –Y hablo español porque soy española, la otra chica es la que no lo habla porque es griega.

-Pero, ¿cuántas españolas sois aquí? porque ayer en la fiesta conocí a otra-.

- Yo sin gafas-contesté sin dejar de pensar en lo absurdo de la situación. –¿Quieres algo?- Volví a preguntar porque me tenía que ir y me parecía estúpido estar hablando con un tipo en calzoncillos con un gorro en la cabeza.

-Busco el baño, es que me han dicho que está al final del pasillo- dijo el chico sonriendo como si en vez de estar en ropa interior y con un sombrero, estuviera con un traje de Hugo Boss.

-Final del pasillo a la derecha- dije aguantándome la risa.

-Bueno, gracias, luego te veo- dijo un pelín avergonzado, -perdona otra vez-.

 Lo que más me impactó no fue que anduviera por la vida sin ropa que al fin y al cabo la gente en la piscina y en la playa va prácticamente así sino…QUE LLEVARA UN SOMBRERO DE MAFIOSO A LA DUCHA, de verdad que me estaban dando ganas de darle un bofetón para quitarle el resacón y que espabilara.

 
En fin, como dicen Patri y Luci: -tú allí no te aburres-, y es cierto, porque con cosas así es imposible hacerlo.

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