El fin de semana se presentaba tranquilo, incluso llegué a pensar que me iba a aburrir porque veía como se acercaba el viernes y no tenia nada planeado. Esto me alegró un poco porque así podría estudiar e ir al cine, además los informes meteorológicos anunciaban la llegada del invierno con temperaturas de 0º y el hecho de estar en casa no me parecía tan mala idea. Pero el jueves por la tarde mi compañera de piso llamó a la puerta de mi habitación y me propuso ir con ella y algunos amigos a Utrecht y claro no podía negarme. Sinceramente, he de confesar que la compañía no me inspiraba mucho, mi compañera de piso y yo somos muy distintas y si iba con sus amigos estaría en su territorio pero como sobraba un sitio en el coche pude invitar a venir a Michal el eslovaco por tanto ya no me importaba tanto la compañía.
El sábado por la mañana pusimos rumbo a Utrecht un grupo de lo más variopinto: mi compañera de piso (para hacernos una idea es un tipo Paris Hilton con chihuahua incluido aunque lo dejó en casa), su ahora novio, un italiano que me recuerda a Ricardo Bofill hijo (ojito con la pareja), otro italiano compañero de piso de “Bofill “, Michal y yo. Como “Bofill” era quien conducía mi compi podía mangonear todo lo que quisiera y cuando aun no llevábamos ni una hora en el coche la pareja estrella decidió parar en una gasolinera a tomarse un café. No puedo explicar la vergüenza ajena que me daba su comportamiento de divos en la estación de servicio, como si se trataran de dos famosos, andando aquí y allá, haciéndose notar…luego me dice mi compañera que yo hablo alto y que cuando vienen mis amigos españoles a casa hablamos a voces de una habitación a otra…al menos yo lo hago en mi casa no en las gasolineras.
Cuando decidieron que ya estaba bien y era hora de continuar ( yo de mala leche porque hacía mucho frío como para andar haciendo el tonto) seguimos nuestro camino. Llegamos a Utrecht ya pasado el medio día, anduvimos por una soleada y fría ciudad hasta llegar enfrente de la catedral donde habíamos quedado con una amiga de “Bofill” que está allí de Erasmus. No sé si por juventud o por falta de interés pero la chica no supo decirnos que había que ver en la ciudad, dijo que era pequeña, que no había nada…paseamos por sus calles aprovechando el sol y nos fuimos a comer. Nos metimos en un sitio céntrico que parecía muy posh por fuera (imaginad quien lo eligió y quién respaldó la elección) pero por dentro era como los típicos bares americanos donde se comen sándwiches y bocadillos, porque el sitio era así en realidad. No estaba mal, el acceso al baño estaba metido como en una especie de gruta donde vi un cartel publicitario de Mahou Cinco Estrellas, casi lloro de emoción y digo casi porque para mi disgusto no había Mahou y no me pude emocionar del todo por lo que opté por una Pepsi (no había Coca-cola) para acompañar a mi bocadillo de pollo con salsa “ raruna” que no estaba mal.
Durante la comida a mi compi se le antojó ir a Amsterdam que está a unos 20 minutos en coche de Utrecht, así que se lo pidió a “Bofill”, puso morritos y tonterías y lo consiguió. Yo estaba empezando a no dar crédito a lo que veía y parece ser que no era la única. La idea de ir a Amsterdam gustó al resto, a mí me daba lo mismo porque me gusta muchísimo la ciudad pero hacía un frío horripilante y supuse que allí haría más, de todos modos lo mismo daba si yo quería ir o no. Michal estaba muy contento porque no había ido nunca, además mi compi aseguró que como había estado estudiando allí su “Máster en derecho aeroespacial”(le encanta decir que estudió un máster en eso), se conocía la ciudad muy bien y no tardaríamos nada en hacer la visita. Incluso me dijo que si nos daba tiempo y aquí cito textualmente “me llevaría una tienda donde venden vestidos elegantes para ir a la oficina como los que ella usa por si me quería comprar alguno”. La sonreí…Señor dame paciencia.
Llegamos a Amsterdam a eso de las cinco porque “Bofill”se perdió por el camino, que conste que esto no es una crítica porque yo me habría perdido también, es difícil conducir por un país extranjero sin GPS , ni mapas ni nada, así que bastante hizo el pobre. Nada más llegar y estando en las afueras de Amsterdam vimos las típicas letras de I AM AMSTERDAM que están situadas en diferentes puntos de la ciudad. Mi compi solicitó parar a echarnos una foto allí y yo la dije que había esas letras también en el centro, justo enfrente del Rijksmuseum (Museo Nacional de Amsterdam) por lo que no era necesario parar allí mismo. Ella me dijo que estaba equivocada y que esas letras iban cambiando de ubicación por la ciudad. Yo me extrañé pensando que entonces yo era muy afortunada porque he estado tres veces y las tres veces han estado las letras allí pero bueno…“Bofill” fue listo, me hizo caso y no paró hasta llegar cerca del centro. Una vez allí la experta en Amsterdam resultó no ser tan experta y no sabía ni donde estábamos. Anduvimos sin rumbo unos tres minutos hasta que me localicé, estábamos en la zona donde siempre que he ido a Amsterdam me he hospedado así que ya estaba solucionado, la visita podía empezar. Llegamos a la plaza Dam pasando por una de las calles del Barrio Rojo más transitadas por residentes y turistas. Como todos los meses de octubre en la plaza había una feria aunque no se por motivo de qué pero ahí estaba con su noria, sus atracciones y sus puestos de salchichas y algodón de azúcar. Michal aprovechó para ir a comprar postales y mientras, los demás comenzamos a discutir donde queríamos ir. Mi compi propuso ir al museo del sexo y yo me negué rotundamente pensando en el pobre Michal, que no es mucho de esas cosas. Todos me miraron como si de una monja se tratara:
-¿Has estado alguna vez ? preguntó Eli en tono burlón.
-Claro- respondí, -la primera vez que estuve aquí con 20 años y me parece una pérdida de tiempo, nada nuevo que no sepamos, yo no pago otra vez por entrar allí, a mi edad estoy de vuelta de muchas cosas-. Rematé con una sonrisa.
-Oh my God! , no , another shop- (¡Oh Dios mío!, otra tienda no)
Y yo me reía pero poco porque les esparábamos fuera y hacía mucho frío. Por fin se decidió a comprar algo y salió de la tienda toda contenta con su bolsa negra en la mano en vez de guardarla en el bolso que cabía de sobra y es lo que hubiera hecho cualquier persona normal, pero ella quería que supiéramos que había comprado algo. Estaba super contenta y orgullosa de su adquisición y le dijo al compañero de piso de “Bofill” que si estaba celoso, la cara del pobre chico era para grabarla en video. Yo mientras tanto estaba empezando a pensar que si la situación seguía así iba a tener que entrar a un coffee shop a fumarme el bar entero, comer "setas mágicas"o yo que se qué, lo que fuera con tal de no seguir presenciando ese espectáculo tan bochornoso. No contento con eso, “Bofill” no podía quedarse atrás y tenía que adquirir algún producto él también, no podía ser menos. Gracias a Dios tuvo más cabeza y nos dejó cómodamente sentados en un bar tomando una cervecita mientras él compro lo que fuera. Cuando Bofill se volvió a reunir con nosotros (bolsa negra en mano), regresamos a la plaza Dam para ver un desfile de Halloween y volver después a Bruselas.
Ya en el coche, Bofill nos invitó a continuar la noche cenando en su casa pero educadamente rechacé la invitación, estaba muy cansada, tenía mucho frío y…ya había tenido demasiado show por ese día.