Si tuviera que decantarme por uno de los sitios que he visitado desde que estoy en Bélgica sin duda alguna me quedaría con Brujas. Todos habréis escuchado lo bonita que es, muchos incluso pensareis que son exageraciones o que lo bonito es relativo, pero creo que la belleza de esta ciudad no es relativa y todo el que la visita queda maravillado. Yo no me canso de ir, también es verdad que cada vez que recibo una visita me toca ir a Brujas, pero igual que a Amberes voy resoplando a Brujas voy de muy buena gana haga frío, calor, llueva o nieve porque también puedo “presumir” de haber estado allí con todos los fenómenos atmosféricos posibles.
La primera vez que visité Brujas fue en Septiembre, aunque no hacía mucho calor si que disfruté de un día más o menos soleado que me permitió disfrutar de la singular belleza de una ciudad que parece sacada de los mismísimos cuentos de Hans Christian Andersen. Fotografié sus canales, su pequeño castillo en el lago, sus antiguos edificios…creo que no hay rincón de Brujas que dejara sin inmortalizar con mi cámara. Me llamarón mucho la atención los caballos percherones que trotan por la ciudad paseando a los turistas, actividad que da a la ciudad un aire todavía más irreal y romántico (Esproncedianamente hablando, por supuesto, que los que bien me conocen saben que no soy yo muy pastelosa y los rollos romanticones no me van a mi mucho). El caso es que amorosa o no, si me quedé enamorada de la ciudad y del delicioso chocolate que allí se fabrica siempre de manera artesana y que os aconsejo probar porque es de lo mejor de Bélgica.
La segunda vez que estuve fue en noviembre, el frío ya había hecho su aparición y como anécdota de la visita solo decir que estuve así como quince minutos riendo con mi primo por el pis de un caballo. Sí, como lo leéis, porque aunque sea de pueblo nunca había visto a un caballo hacer pis y mucho menos a un percherón que parecen osos. Recuerdo estar en el Grote Mark de Brujas y oír un tremendo ruido como si un camión cisterna estuviera depositando todo su contenido en la depuradora de turno, solo que no era un camión cisterna sino un caballo percherón liberando su vejiga caballuna y creedme dejó el suelo pingando, un charco gigante como si hubiera habido una tormenta…me pregunté si a lo largo de esa mañana no habríamos pisado más de una micción de caballo pensando que era eso…solo agua.
En mi tercera visita no tuve tanta suerte con el tiempo, fue en diciembre con mis padres y mis tíos y nos hizo frío y llovió aunque no por eso la ciudad perdió su encanto sino todo lo contrario, las luces navideñas lo inundaban todo y daban a Brujas un aire todavía más de cuento y mucho más bonito.
Y claro, tampoco podía perderme Brujas nevada, esa fue la prueba de fuego para saber si la ciudad me gustaba o si no volvería a poner un pie en ella. Todo ocurrió hace dos semanas con la visita de mi amiga Patri. La ola de frío de la que tanto os quejabais en España no era nada con la que tuvimos en Bélgica, pero claro, si alguien viene de visita hay que enseñarle todo y no hacer casos de fríos ni calores así que habiendo dormido apenas cuatro horas y con los termómetros en negativo nos dirigimos a la ciudad flamenca para que Patri pudiera apreciarla en todo su esplendor. A los cinco minutos de estar allí empezó a nevar, además los canales estaban congelados y el frío de Bruselas no era nada con el que hacía en Brujas. Aun así he de reconocer que la ciudad no perdió ni un ápice de su encanto y aunque los canales congelados restan belleza al asunto aun se pueden tomar buenas fotos de algunos intrépidos que se atreven a desafiar al hielo del canal. Como punto positivo añadir que con el frío tanto el café como el chocolate se vuelven todavía mejores y más apetecibles…Después de la ruta y congeladas cogimos el tren de vuelta a Bruselas.
Con Brujas no puedo señalar mi admiración por ningún edificio concreto como sique hice en Gante, mi invitación para los curiosos es que vengan, se pierdan por sus calles y disfruten del recorrido, eso sí, creo que es mejor visitarlo en primavera porque aunque el sueño de todos es pasear por un cuento siempre es mejor darse una vuelta por el clima primaveral o veraniego de El Patito Feo que por el gélido invierno de La Pequeña Cerillera y que conste que os lo digo por experiencia.