Una vez más tengo que comenzar con una disculpa por tardar tanto en
escribir, la anécdota nunca falta pero a mis cuatro meses de experiencia galesa
lo que me falta a veces es un poco de inspiración porque mi cuerpo y mi mente
me van pidiendo ya unas vacaciones en territorio patrio tomando un poco de sol
(que por Cardiff se ve poco), luciendo ya la ropa de verano y sobre todo
comiendo jamón, lomo, croquetas, empanada y otras muchas cosas que no
apreciamos lo suficiente hasta que no estamos lejos de casa. Pero bueno, no
sirve lloriquear porque dentro de una semana estaré disfrutando unos días de
España que espero que sean tan buenos y veraniegos como los que estáis teniendo
desde abril.
La verdad es que estas dos últimas semanas están siendo un poco tontas, el martes
pasado viendo el último capítulo de El Príncipe,
el disco duro de mi ordenador decidió que era el momento de dejar de funcionar
y así lo hizo. A mí en ese momento casi
me da algo literalmente, acostumbrada como estoy a tener siempre frío me
vinieron unos calores que casi me tengo que quitar el pijama. Encendía y
apagaba el ordenador y eso no resucitaba, era un hecho, el disco duro había pasado a mejor vida.
Muchos podéis pensar que no es para tanto pero silo es cuando vives en una casa
sin televisión y en un país donde lo más normal es que haga mal tiempo y que encima
en ese semana haya temporal de lluvia y viento…vamos que no tenía nada que hacer
salvo sentarme en la cama. Finalmente mis compañeros de piso me dijeron donde
podía ir a arreglar el ordenador (viaje que contaré otra ocasión porque la
tienda estaba lejísimos) y el problema quedó resuelto en dos días.
Como ya os he comentado, la semana pasada tuvimos un tiempo horrible,
llovió toda la semana y hacía un viento huracanado que no había quien estuviera
en la calle. Yo miraba desesperada el tiempo de la BBC que siempre acierta y veía
que eso no anunciaba más que lluvias y viento. Aun así, el jueves por la mañana
me puse el despertador para levantarme y salir a correr porque la BBC decía que
empezaría a llover a las nueve de la mañana. A las siete y diez sonó la alarma
de mi móvil pero la lluvia se había adelantado y con cierta satisfacción,
apagué la alarma y volví al calorcito de mi cama. Estaba disponiéndome a volver
a coger el sueño por una horita más cuando de repente escuché el camión de la
basura y me acordé que no habíamos sacado las cuatro bolsas de reciclaje que tenemos
a la calle.
Aquí hago un inciso para explicar que en Cardiff el camión de la basura
pasa solo una vez a la semana. Tenemos contenedores particulares fuera de las
casas y las bolsas verdes (las de reciclaje que no huelen mal) se dejan en los
jardines delanteros. Para que te recojan la bolsa tienes que sacarla a la acera,
si no nada.
Me levanté de un salto y vi a todos mis vecinos sacando sus bolsitas. De
repente reaccioné y bajé corriendo las escaleras para ver si me daba tiempo a
dar a los señores de la basura mis bolsas. Cuando salí el camión se marchaba
pero mi vecino me dijo que aun tenía que dar la vuelta porque mi calle no tiene
salida para los vehículos, que les esperara y que se les diera las bolsas. Y
ahí estaba yo en medio de mi calle, lloviendo, con mi pijama de Mickie Mouse y
mis pelos de recién levantada rodeada de cuatro bolsas de basura haciendo
aspavientos con las manos para que el camión me viera y se parase.
A todo esto mis vecinos, que son muy cotillas, no quisieron perderse
semejante espectáculo y desde detrás de sus visillos observaban la escena sonriéndome.
Uno de ellos cogió a su nietecita (una niña de unos cuatro años) para que
también se asomara. Abuelo y nieta me saludaban con la mano y una gran sonrisa
y yo allí, plantificada les devolvía las sonrisas y el saludo. Mis aspavientos
fueron respondidos por los señores de la basura que partiéndose de risa
detuvieron el camión. Me disculpé por no haber estado atenta de las basuras
pero entre risas y bromas me dijeron que no pasaba nada.
Me metí en mi casa muerta de vergüenza y riéndome mucho al mismo tiempo. Soy
el mono de feria de mi calle pero no me importa mucho porque conseguí arrancar
la primera carcajada del día a medio vecindario y a los señores del camión de
la basura y alegrar el día a la gente es algo que considero que tiene mucho
mérito.
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