PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



lunes, 19 de mayo de 2014

LAS GAVIOTAS


Cardiff es una ciudad que me gusta  muchísimo, es pequeña, manejable, tienen parques muy bonitos para correr, tiendas, cafeterías con tartas exquisitas, restaurantes, una bahía que cuando hace sol puedes incluso creer que estas en alguna ciudad costera española…pero tienen una cosa que odio, y mucho…las gaviotas.
Por las mañanas yo no me despierto con el canto del gallo, ni con el piar de los pájaros sino con el ruido molesto que hacen las gaviotas. Además  me dan mucho asco porque siempre están rebuscando en la basura y son muy chulas y no se asustan con nada, en definitiva, me dan tanto horror o incluso más que las palomas, y ya es decir.

Una mañana corriendo por el parque vi a lo lejos una pequeña “explosión” de agua que salía disparada de un árbol. Al principio pensé que el viento habría movido las hojas y se habría caído agua de lluvia de la noche anterior, pero cuando me acerque al lugar vi que era una grandísima caca de gaviota. Me estremecí al pensar que si hubiera pasado por allí tan solo unos segundos antes me habría caído encima y desde entonces corro por el parque un poco obsesionada con la idea de que una gaviota me de los buenos días a su manera.
La verdad es que al imagen de la cagada de gaviota saliendo disparada de entre los árboles estuvo atormentándome un mes entero y ya se me estaba empezando a olvidar, de hecho solo me acordaba en contadas ocasiones como cuando veía que las gaviotas habían bombardeado los coches de mis vecinos o la moto de Liam, uno de miscompañeros de piso. Incluso había dejado de atormentarme la idea de que una caca me callera encima…hoy todo ha cambiado.

Esta mañana me he levantado temprano porque quería ir a correr y luego poner una lavadora y dejar que la ropa se secara fuera porque según la predicción meteorológica de la BBC ( que es muy precisa) hoy se nos termina el buen tiempo que hemos estado teniendo durante esta última semana. Todo ha salido estupendo: el sol brillaba, la temperatura era ideal y al terminar la lavadora he salido a tender la ropa al patio trasero. De repente, cuando estaba tendiendo mi camiseta roja de la “San Silvestre Toledana” he oído como un pedo aéreo (un sonido como de pedo que venía de arriba), he arrugado la nariz como suelo hacer cuando algo me extraña y de repente una caca de gaviota ha caído justo a mi lado con una onda expansiva que ha ensuciado mi camiseta roja y mi pelo. ¡No me lo podía creer, me había cagado una gaviota! Me he quedado petrificada mirando la camiseta y analizando cada rincón de mi cuerpo para saber el grado de los daños colaterales de la mierda de la maldita gaviota.  Menos mal que ha sido la camiseta roja de la “San Silvestre” y no la camiseta rosa de Nike que es mi preferida y que aguardaba dentro de la casa esperando su turno para ser tendida. Cuando he reaccionado he recogido toda la ropa para tenderla dentro y he vuelto a poner la lavadora con las prendas afectadas: la famosa camiseta roja y los vaqueros y la camisa que llevaba puestos, que aunque no he visto resto alguno de excremento he preferido prevenir. También he tenido que volver a lavarme el pelo (no hacia ni una hora que había salido de la ducha). Ni que decir tiene que he tendido la ropa dentro, en el tendedero.

La cosa no queda ahí porque el viernes recibí el efecto colateral de otra caca lo que pasa es que no tenía claro si era caca u oxido de un puente porque justo me pillo pasando por debajo de un puente y como aquí llueve tanto siempre hay como goteras. Curiosamente las cacas de gaviotas no huelen ni bien ni mal, al menos las de las gaviotas galesas, huelen como a algo oxidado de ahí que el viernes me auto convenciera de que había sido el puente aunque confieso que llegue a casa y por si acaso, me metí entera en la ducha dándome unos buenos restregones de jabón en la piel y el pelo. La ropa fue derechita a la lavadora.


Dicen que pisar cacas o que te cague un pájaro encima es señal de buena suerte así que a mí me espera algo muy grande porque ser alcanzada por dos cacas de gaviota (nada de gorrión o cualquier otro pajarito pequeño) en rodeo de tres días no puede ser solo fruto del azar. J

miércoles, 14 de mayo de 2014

EL CAMIÓN DE LA BASURA

Una vez más tengo que comenzar con una disculpa por tardar tanto en escribir, la anécdota nunca falta pero a mis cuatro meses de experiencia galesa lo que me falta a veces es un poco de inspiración porque mi cuerpo y mi mente me van pidiendo ya unas vacaciones en territorio patrio tomando un poco de sol (que por Cardiff se ve poco), luciendo ya la ropa de verano y sobre todo comiendo jamón, lomo, croquetas, empanada y otras muchas cosas que no apreciamos lo suficiente hasta que no estamos lejos de casa. Pero bueno, no sirve lloriquear porque dentro de una semana estaré disfrutando unos días de España que espero que sean tan buenos y veraniegos como los que estáis teniendo desde abril.

La verdad es que estas dos últimas semanas están siendo un poco tontas, el martes pasado viendo el último capítulo de El Príncipe, el disco duro de mi ordenador decidió que era el momento de dejar de funcionar y así lo hizo.  A mí en ese momento casi me da algo literalmente, acostumbrada como estoy a tener siempre frío me vinieron unos calores que casi me tengo que quitar el pijama. Encendía y apagaba el ordenador y eso no resucitaba, era un hecho,  el disco duro había pasado a mejor vida. Muchos podéis pensar que no es para tanto pero silo es cuando vives en una casa sin televisión y en un país donde lo más normal es que haga mal tiempo y que encima en ese semana haya temporal de lluvia y viento…vamos que no tenía nada que hacer salvo sentarme en la cama. Finalmente mis compañeros de piso me dijeron donde podía ir a arreglar el ordenador (viaje que contaré otra ocasión porque la tienda estaba lejísimos) y el problema quedó resuelto en dos días.

Como ya os he comentado, la semana pasada tuvimos un tiempo horrible, llovió toda la semana y hacía un viento huracanado que no había quien estuviera en la calle. Yo miraba desesperada el tiempo de la BBC que siempre acierta y veía que eso no anunciaba más que lluvias y viento. Aun así, el jueves por la mañana me puse el despertador para levantarme y salir a correr porque la BBC decía que empezaría a llover a las nueve de la mañana. A las siete y diez sonó la alarma de mi móvil pero la lluvia se había adelantado y con cierta satisfacción, apagué la alarma y volví al calorcito de mi cama. Estaba disponiéndome a volver a coger el sueño por una horita más cuando de repente escuché el camión de la basura y me acordé que no habíamos sacado las cuatro bolsas de reciclaje que tenemos a la calle.

Aquí hago un inciso para explicar que en Cardiff el camión de la basura pasa solo una vez a la semana. Tenemos contenedores particulares fuera de las casas y las bolsas verdes (las de reciclaje que no huelen mal) se dejan en los jardines delanteros. Para que te recojan la bolsa tienes que sacarla a la acera, si no nada.

Me levanté de un salto y vi a todos mis vecinos sacando sus bolsitas. De repente reaccioné y bajé corriendo las escaleras para ver si me daba tiempo a dar a los señores de la basura mis bolsas. Cuando salí el camión se marchaba pero mi vecino me dijo que aun tenía que dar la vuelta porque mi calle no tiene salida para los vehículos, que les esperara y que se les diera las bolsas. Y ahí estaba yo en medio de mi calle, lloviendo, con mi pijama de Mickie Mouse y mis pelos de recién levantada rodeada de cuatro bolsas de basura haciendo aspavientos con las manos para que el camión me viera y se parase.

A todo esto mis vecinos, que son muy cotillas, no quisieron perderse semejante espectáculo y desde detrás de sus visillos observaban la escena sonriéndome. Uno de ellos cogió a su nietecita (una niña de unos cuatro años) para que también se asomara. Abuelo y nieta me saludaban con la mano y una gran sonrisa y yo allí, plantificada les devolvía las sonrisas y el saludo. Mis aspavientos fueron respondidos por los señores de la basura que partiéndose de risa detuvieron el camión. Me disculpé por no haber estado atenta de las basuras pero entre risas y bromas me dijeron que no pasaba nada.


Me metí en mi casa muerta de vergüenza y riéndome mucho al mismo tiempo. Soy el mono de feria de mi calle pero no me importa mucho porque conseguí arrancar la primera carcajada del día a medio vecindario y a los señores del camión de la basura y alegrar el día a la gente es algo que considero que tiene mucho mérito.