PARA EMPEZAR...

PARA EMPEZAR...

Me llamo Marta Fernández, licenciada en periodismo, experta en Relaciones Internacionales y a un paso de ser Doctor en Ciencias Políticas.

Mi pasión por el periodismo y contar lo que pasaba comenzó siendo muy pequeña, quizá tuviera unos seis años, y veía a los reporteros en la tele, cada día en un sitio, contando historias diferentes, visitando muchos lugares, conociendo otras culturas y personas, todo muy apasionante. Y como siempre he sido muy cabezona eso fue justo lo que hice, convertirme en periodista y aunque no se si por azar o por mala suerte (o no), la vida no me está brindando la oportunidad de ser periodista pero si que me está dando la de viajar y conocer diferentes lugares, culturas y personas, a veces lejos de casa, otras veces muy cerca de ella, pero siempre encuentro en todo una historia que merece ser contada.

Ya decían Celtas Cortos "En estos días inciertos en que vivir es un arte", yo lo que pretendo es exprimir al máximo ese arte, contar mis experiencias y compartir mis viviencias que a veces son buenas y otras no tanto, pero que la mayoría de las veces dejan anécdotas graciosas y divertidas que me recuerdan lo maravilloso que es ir...Dando Vueltas por Ahí.



domingo, 27 de enero de 2013

NIEGE, NIEGE...JE TE DETESTE!!!!!!

El año pasado dediqué una entrada a la lluvia, concretamente al horror que me dan los días lluviosos, eso sí, todo perfectamente argumentado que no me gusta a mí juzgar así como así. Odiaba este fenómeno meteorológico porque no conocía otro peor, mi experiencia cognitiva se limitaba a dos: lluvia-sol, el centro de España no da para más. Puede haber un poco de aire, ya sea frío o caliente, en verano hasta calima, o puede, como pasa casi siempre que ni aire ni nada. La primera vez que vi nevar tenía doce años y me emocioné tanto que escribí una carta a mi abuela, que en esos momentos vivía en Alicante, para decirle que estaba nevando. Indescriptible la alegría que me dio ver que la nieve había cuajado un poquito, por eso, me ofrecí voluntariamente a ir a comprar el pan para poder pisar la nieve. En cuanto puse un pié en el suelo me resbalé y me caí al más puro estilo Bambi, en ese momento aprendí que la nieve y yo NO, que a lo mejor para un ratito, para pasar un día, pero nada más.
 Durante todos estos años la nieve no me ha molestado mucho, solo un par de veces como el día de la gran nevada que colapsó Madrid durante toda una mañana hace un par de inviernos y poco más. Incluso aquí en Bruselas el invierno pasado quiso ser bueno conmigo y solo nevó un día, eso sí una grandísima nevada que nos tuvo con nieve por el suelo una semana, pero bueno.

 

Pero este año no iba  a ser tan afortunada, “el General Invierno” como decían los rusos me ha declarado la guerra abiertamente y llevamos con fríos imposibles y nieves casi todo el mes de enero. Las nevadas no son como las españolas, que duran tres ratos, no, aquí la nieve dura una semana (o dos) en el suelo y se congela y ya no sabes si caminas o patinas. Para más INRI, aquí tampoco están preparados para la nieve y casi  no echan sal, ni hay quita nieves ni narices, la nieve la retiran los coches o los viandantes, ya sea con los pies o con el mismísimo trasero.

 Otra de las razones por las que odio la nieve es porque no puedo apenas salir de mi casa, como hace tanto frío no se donde ir, además a pesar de llevar gorro se me hielan las orejas y la nariz, las botas me resbalan y las únicas que tengo que agarran bien en la nieve son las de agua con las que se me quedan los pies tiesos de frío aunque lleve calcetines de piel de oso. Por descontado que tampoco puedo ir a correr porque si las calles están repletas de nieve el parque ya ni os cuento, y toda esa inactividad se traduce en frustración y/o mala leche. Fátima me dice que yo soy una persona que tiene mucha energía y que necesita estar siempre haciendo algo para poderla quemar, esa es su manera de explicar que me  vaya a trabajar, al volver me de un paseo hasta el centro para hacer la compra, vuelva, me vaya a correr, me duche y salga a tomar algo. Todo esto rapidito para más o menos cumplir con todas mis horas y poder estar a tiempo en casa para cenar e irme a dormir a partir de medianoche. Yo no sé si es energía de más o que mis antepasados eran nómadas del desierto del Kalahari, el caso es que a mí estar parada me mata y por la estúpida nieve llevo casi un mes yendo de casa al trabajo y del trabajo a casa por lo que estoy como los toros. Sumemos a eso las tonterías de “Morro Retorcido”, la alergia a la limpieza y a cambiar el rollo de papel higiénico de mi compañera de piso y el estupendísimo parte meteorológico que se empeña en mostrarme cada día que el invierno no ha terminado y así, podremos encontrar la explicación de porqué hoy me gustaría ser un oso para dormir hasta primavera, merendarme a morro retorcido nada más despertar para que no vuelva a dar la lata y holgazanear por el bosque con el buen tiempo sin molestarme de cambiar el rollo de papel higiénico porque a los osos no les hace falta.

domingo, 20 de enero de 2013

MORRO RETORCIDO


Dando vueltas por ahí no se conocen solo lugares si no que mis idas y venidas me están dando la oportunidad de conocer a muchísima gente de diferentes nacionalidades, cada uno con sus cosas buenas, malas, sus rarezas, sus costumbres y un sinfín de cosas más. Por tanto hoy he decidido dedicar la entrada por primera vez a una de esas personas que me he encontrado por aquí. Esta persona no se caracteriza por ser mi mejor amiga, ni divertida ni nada por el estilo, se caracteriza por ser la persona que mas horror me da de toda Bruselas. Muchos días el hecho de verla aparecer por la puerta de mi oficina puede tenerme amargada un par de horas y es que “Morro Retorcido”, ese es el mote que la he puesto, es tan toca narices que quedará grabada en mi memoria para siempre solamente por todo lo que me molesta cuando estoy haciendo mi trabajo. Muchos os preguntareis que hace esta buena señora para que me dé tanto horror, pero vamos a ir por partes y a empezar por las presentaciones.

“Morro Retorcido” es una de mis superiores, no es mi jefa directa, ni siquiera es mi tutora, es simplemente la responsable de una de las secciones del departamento en el que trabajo que piensa que los becarios somos tontos. Dado que ella es francesa si encima de becaria eres española aumenta la percepción de grado de estupidez que ella tiene sobre ti. El día que nos presentaron recuerdo sus ojos saltones mirando por encima de las enormes gafas que se pone solo para trabajar y con las que pretende ser moderna y su morro retorciéndose bajo una expresión de: -Oh Mom Dieu, otra española-. Cuando me preguntó si hablaba francés dije que no pero que podía entenderlo si me hablaban despacio. Con esa respuesta “Morro Retorcido” me hizo una cruz que a día de hoy y tras casi un año trabajando con ella sigo arrastrando. Su apodo viene porque al hablar francés hay que poner morritos y a ella las arrugas le han salido de acuerdo a eso y se la ha quedado como el morro para afuera, luego como hace más gestos que una mona cada vez que mira los papeles del trabajo (todo el día) pues se le ha quedado la boca así, no sé rara.

Dado que soy becaria, española y no hablo francés, “Morro Retorcido” ha supuesto que no sé hacer las cosas y al entrar por la puerta de nuestra oficina, se dirige en francés a mi compañera Alexandra, otra becaria de Rumania que sí habla la lengua gala. Le encarga las tareas y desaparece y Alexandra tiene que delegar en mí algunas de esas tareas porque no puede ella con todo y yo con nada, otros días me mira y repite lo que ya ha dicho en inglés a lo que yo ya cansada de tantas tonterías le digo que he entendido perfectamente en francés y que no es necesario que lo repita. Esto lo lleva haciendo desde el principio y fue una cosa que no le tomé mucho en cuenta porque sé que algunos franceses son así porque ya me lo habían hecho antes en el otro trabajo, pero lo que me empezó a tocar las narices fue el episodio de las direcciones. Tenemos una base de datos con las direcciones de todos los pensionistas para poder enviarles los papeles que necesitan. De repente empezamos a tener problemas con las direcciones de Francia y la mayoría de las cartas venían de vuelta porque el número de la casa en Francia lo ponen antes que la calle y en el sistema aparecía al revés (sin comentarios sobre la eficacia de los carteros franceses). La prodigiosa mente de “Morro retorcido” debió atar cabos y pensar que el problema empezó desde mi llegada así que me llamó a su despacho y me empezó a explicar el problema añadiendo que cuando introdujera direcciones en el sistema lo hiciera bien. Yo me quedé extrañadísima porque yo no he introducido una dirección en el sistema en mi vida porque no es tarea mía pero bueno no  dije nada. Dos días después me volvió a  llamar al despacho y otra vez la misma historia pero esta vez si le dije que yo no sabía nada porque yo no era la encargada de hacer esa tarea. El punto culminante fue cuando a los pocos días volvió a llamarme para lo mismo y cansada le dije que el problema iba a seguir existiendo porque ella llamaba al orden a la persona equivocada por tanto, quien lo hiciera mal iba a seguir haciéndolo mal porque no sabía que estaba mal ya que la única que parece ser que lo sabía era yo que no hago esa tarea. “Morro Retorcido” había abierto conmigo la Caja de Pandora, el mal estaba hecho, ya le había cogido horror.

Pero la historia no terminó ahí, siempre que había algún fallo en un papel, fuera mío o de Alexandra ella venía a mi mesa y me decía que estaba mal, aun sigue ocurriendo. Un día tuve que mandar un e-mail a un señor en inglés, me faltó en un verbo poner la s en tercera persona y me dijo que a partir de ese día ella quería supervisar todos y cada uno de los e-mails que enviaba para ver si estaban correctos. Obviamente no lo hago, los envío y punto. Otra estupenda ocurrencia es recordarme cada vez que cambiamos de mes que tengo que cambiarlo también en el tampón del sello porque una vez de cien mil cartas que envío olvidé cambiarlo.

Podría crear un nuevo blog con las historias de esta mujer porque no hay semana que no venga con alguna tontería cuando no son dos o tres, lo hayamos hecho nosotras o no y especialmente yo. La semana pasada nos hizo ordenar y limpiar un armario, obviamente yo pasé un papel así por encima para quitar un poco el polvo y listo porque yo no estoy ahí para limpiar nada. Y el viernes para rematar la semana vino a última hora contándome no se qué de unos papeles, una cosa que yo no tenía porque saber y ella diciéndome que la tengo que preguntar, cosa que no es cierta, pero bueno…era viernes y se conoce que había que hacer el remate de fin de fiesta. Al principio le hacía poco caso pero ahora ya no le hago ninguno porque creo que eso le molesta más.

A pesar del horror que me da “Morro Retorcido” reconozco que me da mucho juego y me llena de anécdotas, Bruselas no sería lo mismo sin ella…son las cosas de ir dando vueltas por ahí.

Nota: Por razones obvias esta vez no puedo añadir ninguna foto, no quiero tampoco pensar el morro que pondría si le pido una o voy con la camara a sacársela.