Dando vueltas por ahí
no se conocen solo lugares si no que mis idas y venidas me están dando la
oportunidad de conocer a muchísima gente de diferentes nacionalidades, cada uno
con sus cosas buenas, malas, sus rarezas, sus costumbres y un sinfín de cosas
más. Por tanto hoy he decidido dedicar la entrada por primera vez a una de esas
personas que me he encontrado por aquí. Esta persona no se caracteriza por ser mi
mejor amiga, ni divertida ni nada por el estilo, se caracteriza por ser la
persona que mas horror me da de toda Bruselas. Muchos días el hecho de verla
aparecer por la puerta de mi oficina puede tenerme amargada un par de horas y
es que “Morro Retorcido”, ese es el mote que la he puesto, es tan toca narices
que quedará grabada en mi memoria para siempre solamente por todo lo que me molesta
cuando estoy haciendo mi trabajo. Muchos os preguntareis que hace esta buena
señora para que me dé tanto horror, pero vamos a ir por partes y a empezar por
las presentaciones.
“Morro Retorcido” es
una de mis superiores, no es mi jefa directa, ni siquiera es mi tutora, es
simplemente la responsable de una de las secciones del departamento en el que
trabajo que piensa que los becarios somos tontos. Dado que ella es francesa si
encima de becaria eres española aumenta la percepción de grado de estupidez que
ella tiene sobre ti. El día que nos presentaron recuerdo sus ojos saltones
mirando por encima de las enormes gafas que se pone solo para trabajar y con las
que pretende ser moderna y su morro retorciéndose bajo una expresión de: -Oh
Mom Dieu, otra española-. Cuando me preguntó si hablaba francés dije que no
pero que podía entenderlo si me hablaban despacio. Con esa respuesta “Morro
Retorcido” me hizo una cruz que a día de hoy y tras casi un año trabajando con
ella sigo arrastrando. Su apodo viene porque al hablar francés hay que poner
morritos y a ella las arrugas le han salido de acuerdo a eso y se la ha quedado
como el morro para afuera, luego como hace más gestos que una mona cada vez que
mira los papeles del trabajo (todo el día) pues se le ha quedado la boca así,
no sé rara.
Dado que soy becaria,
española y no hablo francés, “Morro Retorcido” ha supuesto que no sé hacer las
cosas y al entrar por la puerta de nuestra oficina, se dirige en francés a mi
compañera Alexandra, otra becaria de Rumania que sí habla la lengua gala. Le
encarga las tareas y desaparece y Alexandra tiene que delegar en mí algunas de esas
tareas porque no puede ella con todo y yo con nada, otros días me mira y repite
lo que ya ha dicho en inglés a lo que yo ya cansada de tantas tonterías le digo
que he entendido perfectamente en francés y que no es necesario que lo repita. Esto
lo lleva haciendo desde el principio y fue una cosa que no le tomé mucho en
cuenta porque sé que algunos franceses son así porque ya me lo habían hecho
antes en el otro trabajo, pero lo que me empezó a tocar las narices fue el
episodio de las direcciones. Tenemos una base de datos con las direcciones de todos
los pensionistas para poder enviarles los papeles que necesitan. De repente
empezamos a tener problemas con las direcciones de Francia y la mayoría de las
cartas venían de vuelta porque el número de la casa en Francia lo ponen antes
que la calle y en el sistema aparecía al revés (sin comentarios sobre la eficacia
de los carteros franceses). La prodigiosa mente de “Morro retorcido” debió atar
cabos y pensar que el problema empezó desde mi llegada así que me llamó a su
despacho y me empezó a explicar el problema añadiendo que cuando introdujera
direcciones en el sistema lo hiciera bien. Yo me quedé extrañadísima porque yo
no he introducido una dirección en el sistema en mi vida porque no es tarea mía
pero bueno no dije nada. Dos días
después me volvió a llamar al despacho y
otra vez la misma historia pero esta vez si le dije que yo no sabía nada porque
yo no era la encargada de hacer esa tarea. El punto culminante fue cuando a los
pocos días volvió a llamarme para lo mismo y cansada le dije que el problema
iba a seguir existiendo porque ella llamaba al orden a la persona equivocada
por tanto, quien lo hiciera mal iba a seguir haciéndolo mal porque no sabía que
estaba mal ya que la única que parece ser que lo sabía era yo que no hago esa
tarea. “Morro Retorcido” había abierto conmigo la Caja de Pandora, el mal
estaba hecho, ya le había cogido horror.
Pero la historia no
terminó ahí, siempre que había algún fallo en un papel, fuera mío o de
Alexandra ella venía a mi mesa y me decía que estaba mal, aun sigue ocurriendo.
Un día tuve que mandar un e-mail a un señor en inglés, me faltó en un verbo
poner la s en tercera persona y me dijo que a partir de ese día ella quería supervisar
todos y cada uno de los e-mails que enviaba para ver si estaban correctos.
Obviamente no lo hago, los envío y punto. Otra estupenda ocurrencia es
recordarme cada vez que cambiamos de mes que tengo que cambiarlo también en el
tampón del sello porque una vez de cien mil cartas que envío olvidé cambiarlo.
Podría crear un nuevo
blog con las historias de esta mujer porque no hay semana que no venga con alguna
tontería cuando no son dos o tres, lo hayamos hecho nosotras o no y
especialmente yo. La semana pasada nos hizo ordenar y limpiar un armario,
obviamente yo pasé un papel así por encima para quitar un poco el polvo y listo
porque yo no estoy ahí para limpiar nada. Y el viernes para rematar la semana
vino a última hora contándome no se qué de unos papeles, una cosa que yo no tenía
porque saber y ella diciéndome que la tengo que preguntar, cosa que no es
cierta, pero bueno…era viernes y se conoce que había que hacer el remate de fin
de fiesta. Al principio le hacía poco caso pero ahora ya no le hago ninguno
porque creo que eso le molesta más.
A pesar del horror que
me da “Morro Retorcido” reconozco que me da mucho juego y me llena de anécdotas,
Bruselas no sería lo mismo sin ella…son las cosas de ir dando vueltas por ahí.
Nota: Por razones obvias esta vez no puedo añadir ninguna foto, no quiero tampoco pensar el morro que pondría si le pido una o voy con la camara a sacársela.