Nunca pensé que fuera a ir a una competición de patinaje sobre hielo, no porque no me guste, que me encanta, tanto verlo como practicarlo (aunque sea muy mala) sino porque en la zona en la que vivo en España no es un deporte muy arraigado y nunca me entero de cuando hay este tipo de eventos. Pero aquí, en Bruselas, es diferente y más si tienes un compañero de trabajo como el eslovaco Mihail que se entera de todos y cada uno de los eventos culturales que se celebran en Bruselas y los alrededores.
Cuando llegamos a Liedekerke tuvimos que cruzar el pueblo entero para llegar a la pista de hielo municipal que era donde se celebraba el evento. Era el típico pueblecillo flamenco: con casitas bajas, húmedo y frío, pero con bastante encanto. La pista me desilusionó un poco, era como de material prefabricado, nada comparable a las estupendas pistas de patinaje que te encuentras en Madrid; me esperaba algo más de ella, sobre todo porque del club de Liedekerke han salido estrellas del patinaje como Kevin van der Perren, medalla de bronce en el campeonato europeo en 2007 y 2009, así como del Grand Prix medalist por tres veces y es 7 veces ganador del Campeonato Nacional Belga. Por no hablar de la representación que hizo de su país en los Juegos Olímpicos de invierno en 2006 y 2010. Y encima es guapo y simpático. Pero bueno, Kevin Van der Perren a parte, el estadio, por llamarlo de alguna manera, era un poco cutre. Cuando entramos me arrepentí de no haberme puesto ropa de más abrigo, Mihail se disculpó por no haberme avisado: -tú que vienes de tierras cálidas a lo mejor pasas frío, se me olvidó advertirte. -No pasa nada, Mihail- le dije muerta de frío y acabábamos de entrar, -en un rato me acostumbro a la temperatura-. Tras sentarnos y esperar durante un par de minutos a que terminaran de limpiar la pista, dio comienzo el espectáculo.
Después de la entrega de premios Mihail y yo fuimos a hacernos una foto con Kevin Van del Perren y su novia, aunque creo que ya están casados, la también campeona Jenna McCorkell. Después de eso y muerta de frío deshicimos el camino de vuelta a la estación degustando un bollo de pasas muy rico que nos compramos en una de las panaderías de la localidad.
Alguno os estaréis preguntando si me acostumbré a la temperatura de la pista de hielo tal y como le dije a Mihail al entrar, la respuesta es que no…me pasé el día muerta de frío, tuve que tomarme un chocolate caliente a eso de la una de la tarde para entrar en calor. Cuando llegué a Bruselas ni siquiera una ducha de agua cociendo hizo que se me quitara de encima ese frío húmedo que se me había metido en los huesos, así que decidí irme a dormir pronto para ver si se me pasaba el destemple que tenía. Afortunadamente a la mañana siguiente me levanté como nueva, no me había constipado y me alegré muchísimo de haber presenciado un campeonato de patinaje sobre hielo, aunque sea de pequeños artistas porque…más de uno promete llegar tan lejos como su paisano Van der Perren.
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