¡Hola!, sí soy yo que
he vuelto. Siento tener el blog un poco abandonado pero es que estoy muy
perezosa. Creo que necesito unas buenas vacaciones, que me de un poco el sol,
calor…es que el sol galés no calienta nada, vienen siempre acompañado de una mareíta…
Dejando el tiempo galés a parte, voy contaros como fue mi primera experiencia
con un musical en inglés.
La primera vez que
estuve en un musical fue hace unos cuantos años en Madrid para ver “La Bella y
la Bestia”. Sobra decir que salí emocionadísima, ya no solo porque la historia
me encante sino porque la puesta en escena fue lo más. Comprendí que las
entradas fueran tan caras porque los musicales, en general, llevan mucho
trabajo detrás pero me da mucha rabia porque eso me impide ir a más musicales,
pero bueno, que se le va a hacer.
El segundo musical que vi
fue en mi pueblo el pasado mes de Noviembre. Era benéfico y lo organizó una
asociación cultural de un pueblo cercano al mío. Interpretaron “No me puedo
levantar”, el musical de Mecano y la verdad que para ser una asociación
cultural con actores aficionados lo hicieron estupendamente y me gustó mucho
también. Tras ver este musical mi cabeza empezó a maquinar que quizá el
siguiente podría ser “El Rey León” cuando volviera de Cardiff, pero lo que mi
cabeza no sabía es que Cardiff me daría la oportunidad de ver en musical uno de
mis libros favoritos: “Wicked, memorias de una bruja mala”.
Seguro que a muy
poquitos os suena este título, es una pena porque la novela está genial. Su
autor es el neoyorquino Gregory Maguire y cuenta la historia de “la Malvada
Bruja del Oeste” de “El Mago de Oz” desde el punto de vista de la bruja.
Genial, aconsejo a todo el mundo leer la novela si tenéis oportunidad porque o
tiene desperdicio y hace al lector cuestionarse ¿qué es ser malo en realidad? Porque
si escuchas la versión de Wicked lo de “Malvada” sobra.
Volviendo al musical,
he de confesar que iba con un poco de miedo porque como la mayor parte es
cantado no sabía si lo iba a entender bien. Yo hablo bien inglés, lo entiendo
muy bien y puedo ver películas y series y seguir una clase en la universidad pero las
canciones ya sabemos que son algo más difíciles. Llegue pronto al “Millenium
Centre”, el auditorio donde se representa la obra, porque tenía que recoger la
entrada. Me sorprendió la cantidad de merchandising que había: bolsas,
llaveros, libretos del musical, colgantes, camisetas… todo un mundo de “Wicked”.
De repente se me acercó un señor que vendía el programa del musical (un libro
bastante grueso con muchas fotos y detalles sobre los actores, los ensayos,
etc).
-Hi, would you like a book?- (Hola,
¿Quieres un libro?). Me dijo a modo de saludo.
-Hi- le contesté. –How much is it? (¿Cuánto
cuestan?).
-Seven- (Siete)
-Seven Euros?- (¿Siete
euros?).
- No, siete libras-
me dijo riéndose en español y con un fuerte acento británico.
-¡Anda, si sabes español!-
le dije sonriendo.
-Sí, es que he estado
viviendo en España- contestó devolviéndome la sonrisa multiplicada por tres.
Estuve hablando un
ratito con él sobre su estancia española y me dirigí hacia la puerta, estaban a
punto de abrir y yo tenía que subir unos cuantos pisos para llegar a mi
destino. En cuanto abrieron las puertas entré muy contenta porque tenía unas
ganas locas de que empezara el espectáculo. Mi entrada estaba situada en lo que
popularmente se conoce como “el gallinero” ( el inexistente sueldo de un
estudiante de doctorado español no da para más), no sabía cómo sería la
visibilidad y me sorprendió ver que era bastante buena, un poco lejos eso sí
pero se veía todo el escenario y eso era lo importante.
Con puntualidad
británica comenzó el espectáculo: los decorados eran geniales, los disfraces,
los bailes, las canciones…no tengo palabras para describirlo. Además entendía
todo (menos cuando cantaban los coros porque entender a unos quince ingleses
cantando a la vez es algo que aun no domino). Me gusto mucho la actuación de la
chica que interpretaba a Wicked, la Bruja Mala, pero la que bordó el papel fue
la actriz que hacía de Glinda, la bruja buena. Tan cursi, tan tontorrona, tan “voy
de buena pero en realidad no lo soy tanto”, presumida y vanidosa pero muy
graciosa a la vez. Fue la que dio el toque de humor a la obra y en mi opinión
la que mejor lo hizo.
La adaptación fue
bastante buena pero aún así muy diferente al libro, de todos modos fueron dos
horas y media de espectáculo que se me pasaron volando y me hicieron salir del
auditorio con una sensación de felicidad muy grande.
Decidido, tengo que ir
a musicales más a menudo.